jueves, 2 de abril de 2020

Max Aub

MAX AUB

   Cuando no se eliminaban los libros y revistas que carecían del interés de los usuarios, estos se acumulaban en almacenes. A uno de esos almacenes recuerdo que fui a finales de los años 70 con la esperanza de encontrar un especial de la revista Triunfo del 17 de junio de 1972 para un trabajo sobre la cultura española de una de mis asignaturas del curso de Formación del Profesorado de EGB, actual Magisterio. 
   Conseguí el ejemplar y la sorpresa fue mayúscula al encontrar en esa revista entre las páginas 59 y 69 un discurso de Max Aub en su ingreso en la Academia  de la Lengua Española. Aparecía con el título "El teatro español sacado a la luz de las tinieblas de nuestro tiempo", escrito por Max Aub, añadía "Discurso leído por su autor en el acto de su recepción académica el día 12 de diciembre de 1956". La contestación se debía a Juan Chabás y Martí -por supuesto, en realidad esa respuesta era del propio Max Aub, pues Chabás había fallecido dos años antes- y se completaba con el listado de los académicos: entre ellos figuraban Federico García Lorca, Américo Castro, Tomás Navarro Tomás, José Bergamín, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Juan José Domenchina, José Moreno Villa, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Ramón Sender, Corpus Barga, Miguel Hernández, Emilio Prados, Salvador de Madariaga, Paulino Masip, Ramón Castelao... ¡Qué lujo de Academia! ¡Ojalá hubiera sido Real!
   Ya conocía la originalidad de Max Aub al saber que había compuesto una novela, que en el fondo era una falsa biografía, con el título del biografiado, Josep Torres Campalans, amigo íntimo de Pablo Picasso con el que aparecía en una foto. La patraña, como la del discurso, era muy atractiva para el estudiante de magisterio que era yo entonces y que se iniciaba en la escritura. 
   El hallazgo de ese artículo me acercó aún más al extraordinario y sorprendente escritor: a su narrativa (El Laberinto mágico, aún pendiente de lectura), a su teatro, recuerdo especialmente su obra San Juan, basada en hechos reales y que relata la penuria de un barco con judíos a bordo con la esperanza vana de que algún país les aloje, pues Alemania les persigue y no permite su desembarco en ningún puerto. También leí en esa época La gallina ciega, esa incursión del autor en la España de finales de los años 60 para dar muestra en un diario de nuestra triste realidad.

   Cuando publiqué mi segundo libro de poemas, Anónimos (Cuadernos del Laberinto, 2016) quise dedicarle un poema a Max Aub y ahora lo recojo aquí:


   El aleteo de palomas evoca un día de 1956 
en que Max Aub pensara un país sin guerra,
una Academia con los eternos filólogos de Bergamín,
con los bardos repletos en sus nobles asientos,
sin rencor, sin apenas gritos de dolor,
también anónimos entonces
por el silencio intransigente,
por el placer del desprecio,
del eterno odio a la insumisión,
reflexión y diálogo continuos…

  El aleteo de palomas
nos trae aún hoy
una imposible reconciliación.

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