jueves, 27 de enero de 2022

Anónimos

 Anónimos


Tras la publicación de El disfraz de los paisajes (Amargord, 2012) gracias a mi amigo Jesús Urceloy, mi ilusión de ver publicada mi poesía me llevó a continuar en esa faceta de ver mis textos al alcance de quien quisiera disponer de ellos. Mi amiga Esther Moliné, la autora de la magnífica fotografía de la cubierta, me puso en contacto con Alicia Arés y su editorial Cuadernos del Laberinto. Le mandé a Alicia mis poemas y al cabo de poco tiempo llegamos a un acuerdo para la publicación de Anónimos (2016).

El título Anónimos y el comentario de la contracubierta ya anunciaba el sentido que quería dar al poemario: "Homenajear a aquellas personas que humildemente ofrecieron -y ofrecen, diría hoy- todo su conocimiento y quehacer de forma generosa sin pedir nada a cambio." También, como sucede en la novela de Isaac Rosa La mano invisible, me dirigía a aquellas personas que, a diferencia de los ilustres que aparecen en los medios, carecen del premio necesario por su esfuerzo; además, también quería atizar las conciencias de aquellos que son incapaces de salir del marasmo de la inercia de los días y la rutina y hacerles ver la posibilidad de no sucumbir a todo ello y explorar un cambio necesario en sus vidas. Uno de los poemas ejemplifica este sentido:

Anónimos,
sin nombres, sin premios,
sutiles trabajadores del silencio,
cómodos en su rutina,
sin reproches, asienten
resignadamente su condición
de eternos pasajeros de la nada.

En abril de 2016 apareció la primera edición de Anónimos con un  prólogo de mi amigo Nacho Gutiérrez "A un anónimo le llamaban Carlos", donde jugaba con el poema de Dámaso Alonso "A un río le llaman Carlos" e incluía referencias a Bertold Brecht y a Albert Camus por su defensa de esclavos, súbditos y pobres envueltos en su anonimato, frente a los supuestos protagonistas recogidos en las enciclopedias de la Historia. La acogida de amigos en diferentes presentaciones en la librería Los editores y la Librería francesa de Madrid y en la Casa de la Cadena de Pinto motivó que en octubre apareciese una segunda edición, donde añadí un nuevo prólogo y tres poemas más relacionados con el mismo tema genérico del libro.   

Hay un tema que siempre me ha gustado reflejar en mis poemas y es el diferente comportamiento humano y del resto de animales. El siguiente poema de Anónimos refleja cómo los animales envuelven en su rutina actos continuos sin menoscabo de cambio de actitud, mientras el hombre tiene la posibilidad de reflexionar y aceptar de grado su domesticación o su rebeldía.  

Las palomas picotean las migajas y revolotean alrededor de la anciana que las mira con delectación. Uno y otro día regresan por su alimento, incapaces de alterar el orden de los hechos. 
También el abnegado mulo recibe su ración, agua y heno para continuar arrastrando el arado. Cuando se tuerce de la recta, el gañán restalla con vehemencia su lomo; sin embargo, la bestia tampoco alterará la costumbre: torna a tirar de la reja y a sacudirse las moscas.
Todo sigue un ritmo lento, vieja y gañán adormecen su rutina con pasos seguros.
El hombre, como animal domesticado, a veces lame su mano dolorida y crea en torno suyo vergel o delirio, paraíso o cárcel, solo ensoñación en continuos vástagos.
La noche sin venda cubre sus ojos y tierra y agua se alejan de su frente.

Añado aquí una fotografía de mi amigo Manuel J. Fernández de la presentación de Pinto en la que mis colegas y amigos María Jesús Sánchez y Óscar Vicent  me acompañaron con su música. A continuación incluyo un audio que publicó la editorial en Youtube de uno de los actos con la inestimable presencia del perrito de Jesús Urceloy, el homenaje a mi amigo poeta Eduardo García y un final con mi querido poema de Antonio Muñoz Frías.