domingo, 21 de marzo de 2021

DE LA INFLUENCIA DE LA LECTURA...

 Desierto sonoro, de Valeria Luiselli


Creo que esta vez no me equivoco si afirmo que fue mi amigo Nacho quien me facilitó, si no la recomendación, al menos la idea de la lectura de Desierto sonoro de la autora mexicana Valeria Luiselli.

La obra se desarrolla en el recorrido por las carreteras estadounidenses desde Nueva York a Arizona que organiza la familia protagonista, una pareja y sus dos hijos Pluma perdida y Memphis. La novela recuerda, como se indica en uno de los fragmentos, En el camino, la célebre narración de Jack Kerouac junto a sus amigos de la generación Beat por la ruta 66. En el caso de la obra de Valeria la familia viaja en busca de los sonidos olvidados de los indios apaches chiricahuas y de los niños inmigrantes perdidos por el desierto. "Las historias son un modo de sustraer el futro del pasado, la única forma de encontrar la claridad en retrospectiva."

En la primera parte de la novela es la madre quien nos narra en breves secuencias el relato del viaje, pero también el hijo de diez años, más adelante, se convierte en el narrador y le especifica a su hermana el trabajo que realizan sus padres: "papá es documentólogo y mamá documentalista, y muy pocas personas conocen la diferencia. La diferencia es, sólo para que sepas, que un documentólogo es como un bibliotecólogo y un documentalista es más parecido a un alquimista. Pero en el fondo papá y mamá hacen casi lo mismo, tenían que encontrar sonidos, grabarlos, meterlos en una computadora y luego ordenarlos para que contaran una historia."

Efectivamente, el padre se dedica a grabar sonidos diversos y los ecos de las ausencias de algunas personas. Su viaje se justifica por intentar llegar al lugar de la reserva de los indios Gerónimo, Cochise y otros apaches chiricahuas para rescatar precisamente su estela perdida en la salvaje esquina de Arizona donde los vencedores de una supuesta conquista, los ojosblancos, les abandonaron sin respetar su tierra y sus tradiciones. "El sonido, el espacio y el tiempo están conectados de un modo mucho más íntimo del que solemos reconocer, aunque no entendamos del todo su relación", se nos dice en la secuencia titulada "Ondas sonoras".

La madre, por otro lado, trata de documentar la historia de los niños perdidos que abandonan su país de Centroamérica para dirigirse al norte; en especial está implicada en conocer el paradero de las dos hijas de Manuela, asentada ya en Estados Unidos y a la espera de encontrar a sus pequeñas para legalizar su estancia.

Quiero poner en valor... (Perdón, imitamos las expresiones que oímos sin darnos cuenta de que existen otras más adecuadas.) Quiero resaltar un detalle que me ha llamado la atención de la novela de Valeria Luiselli y que tiene que ver con el título "De la influencia de la lectura..." Se trata del concepto de pérdida y del sentimiento que ello produce en el lector.

En la novela se muestran, además de la pérdida de los indios apaches y de las hijas de Manuela, otras pérdidas. Una es la que se  relata entre las diversas secuencias como el título de Elegías para los niños perdidos y que se nos dice "que fue escrito en italiano por Ella Camposanto y traducido luego al español por Sergio Pitol", sin duda es un cuento ficticio y que remite probablemente a otra novela de la autora con el mismo tema, Los niños perdidos (2016).  La otra pérdida es la que se produce cuando los hijos de los protagonistas desaparecen camino del Gran Canyon por la iniciativa del niño; si bien, a esa pérdida se superpone  la de su hermana.

La percepción que he tenido como lector de esas pérdidas son el motivo principal de esta entrada: desde una aparente indiferencia cuando se narra en tercera persona el relato de los niños perdidos hasta una identificación mucho más directa cuando el niño relata en primera persona la desaparición de su hermana Memphis:

"¿En dónde estabas, Memphis? La primera vez que me di cuenta de que estábamos perdidos, pensé que si papá y mamá no nos encontraban nunca, al menos seguiríamos juntos, y eso era mejor que nunca volver a estar juntos de nuevo. Por eso, durante todo este tiempo, mientras nos íbamos perdiendo cada vez más no sentí miedo. O sólo un poco. Hasta estaba contento de perderme. Pero ahora te había perdido a ti, así que ya nada tenía sentido. Sólo quería que me encontraran. Pero primero tenía que encontrarte a ti.
¿Y en dónde estabas? ¿Tenías miedo?"

La narrativa, como el cine, el teatro y otras expresiones artísticas, tiene la facultad de implicarnos directamente en los hechos que se cuentan, sean ficticios o no, es decir, un buen relato permite que asumamos como personales tanto la desgracia como cualquier acontecimiento feliz de los personajes. Por el contrario, cabe la posibilidad de que manifestemos una verdadera apatía ante cualquier hecho, incluso ante una información que se nos presenta como veraz en algún telediario o prensa escrita. En este sentido quiero rescatar las palabras de la periodista Carmen de Burgos cuando expresaba lo siguiente durante la guerra de Marruecos cuando acudió como corresponsal: "¡Cómo nos habitúa el sufrimiento ajeno hasta la indiferencia y, sobre todo, cómo penetra el odio en los corazones!"

En definitiva, lo que deseo destacar es la necesidad que tenemos de hacernos eco de las situaciones que se nos transmiten, sean reales o no, y es imprescindible que tengamos la voluntad de ponernos en la situación del otro para valorar su circunstancia  como si fuera nuestra. Esta idea me recuerda la conversación que tuve con una amiga en torno a un tema polémico: le comentaba que un político conservador norteamericano, que era contrario al divorcio, cambió radicalmente de opinión al permitir que su hija pudiera divorciarse inmediatamente. En cuanto hizo del problema algo personal su punto de vista sobre ese tema cambió.

En la actualidad, es difícil mantener la independencia ideológica ante las presiones de la publicidad y de los diferentes grupos de presión, sean éstos partidos  políticos u otras instituciones que pretenden pervertir nuestras conciencias. Este tema siempre me ha interesado y creo que la lectura y especialmente la educación de nuestros jóvenes tiene una función primordial e imprescindible en esta faceta tan importante.