viernes, 12 de junio de 2020

Virginia Woolf

VIRGINIA WOOLF

   En los textos autobiográficos de Virginia Woolf (1882-1941) encontramos una evidente tristeza que nos conmueve. La referencia del paso del tiempo y de la ausencia de los seres queridos se presenta con claridad en el reconocimiento del olvido de su hermanastra Stella Duckworth, muerta en 1897. Stella se había convertido en la organizadora de la casa familiar al fallecer la madre de Virginia y la escritora inglesa, casi dos años antes de su suicidio, ya manifestaba estos pensamientos relacionados con la huella que habían dejado en las personas vivas sus seres queridos fallecidos: "¿Cuántas personas hay, en 20 de junio de 1939, que todavía puedan pensar en Stella? Muy pocas, Jack murió la pasada Navidad; George y Gerald, hace uno o dos años [...], quizá yo sea, entre cuantos viven, quien más verazmente y de manera menos inconexa pueda pensar en ella. [...] Creo, a juzgar por anécdotas dispersas y por lo que pude ver por mí misma, que cuando Stella comenzó a tener conocimiento, siendo niña, los años de desdicha se encontraban en su más honda sima.Esos textos autobiográficos demuestran el intento de relatar no sólo los hechos, sino cuáles eran los sentimientos y el carácter de la persona referida. "Dicen: 'Esto es lo que pasó', pero no dicen cómo era la persona a a quien le pasó. Y los hechos poco significan si no conocemos antes a la persona a quien le ocurren."
   La expresión de los sentimientos son la base de los pensamientos de la autora y también de la temática de sus novelas. Así se manifiesta en la voz de Clarissa, la protagonista de La señora Dalloway (1925), quien habla por la propia escritora al revelarnos su pesimismo sobre la condición humana: "Uno no puede traer hijos a un mundo como este. Uno no puede perpetuar el sufrimiento, ni aumentar la raza de estos lujuriosos animales, que no tienen emociones duraderas, sino tan solo caprichos y vanidades que ahora les llevan hacia un lado, y luego hacia otro. [...] Los seres humanos carecen de bondad, de fe, de caridad, salvo en lo que sirve para aumentar el placer del momento. Cazan en jauría. Las jaurías recorren el desierto, y chillando desaparecen en la selva. Abandonan a los caídos. Llevan una máscara de muecas." Aunque hay cierta inocencia en alguna de las ideas del personaje cuando considera que "los Dioses, que nunca perdían una oportunidad de dañar, frustrar y estropear el humano vivir, quedaban seriamente chasqueados si, a pesar de todo, una se comportaba como una señora."

   Virginia Woolf se convirtió en una de las abanderadas del feminismo en una época en la que el movimiento sufragista conseguía los primeros éxitos en el Reino Unido. Su obra Una habitación propia (1929) reúne las condiciones fundamentales para lo que todavía hoy es presumiblemente la liberación de la mujer, pues aún se denuncian o se censuran las marchas del 8 de marzo. Virginia Woolf propone que la mujer debe tener acceso al dinero y una habitación propia para poder conseguir independizarse de su situación de desventaja frente al hombre y lograr el acto creativo.
   En Una habitación propia Virginia apuesta porque "lo natural es que los dos sexos cooperen entre sí", argumentando que hay un plano femenino en el hombre y, viceversa, un plano masculino en la mujer, y "para que la mente pueda llevar a cabo el acto creativo es imprescindible la colaboración entre el hombre y la mujer. Debe consumarse alguna forma de unión entre los opuestos." Pues es la capacidad creativa, y la literaria concretamente, la que valora nuestra autora en su escrito y hay circunstancias que imposibilitan la disposición de determinadas personas para poder lograr esa aptitud. "Un niño pobre en Inglaterra sigue teniendo en la actualidad las mismas esperanzas de alcanzar esa libertad intelectual de la que nace la gran literatura que tenía el hijo de un esclavo ateniense de emanciparse", nos dice con una cita de Sir Arthur Quiller-Couch en The Art of Writing. Y ella añade que "La libertad intelectual depende de cuestiones materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo en los dos últimos siglos sino desde el origen de los tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido ninguna oportunidad de escribir poesía, por eso he puesto tanto énfasis en la cuestión del dinero y la habitación propia. De todos modos, gracias a los esfuerzos de esas mujeres anónimas del pasado, de quienes me gustaría que supiéramos más cosas, […] estos males están en vías de repararse.” 
   Efectivamente, en la actualidad, la mujer va acercándose a esa circunstancia de poseer independencia al acceder al nivel educativo de los hombres y al lograr un trabajo que le permite llegar al dinero y a una habitación propia; sin embargo todavía queda mucho por hacer, pues en muchos rincones familiares la mujer debe hacerse cargo de las tareas domésticas y compaginarlas con su trabajo sin la ayuda de su pareja masculina; además, vemos que todavía la mujer en todo el mundo se aleja de los puestos de responsabilidad en muchas instituciones. Hoy, casi un siglo después de la advertencia de Virginia Woolf, podemos decir que "estos males están en vías de repararse.” 

viernes, 5 de junio de 2020

Gunnar Ekelöf

GUNNAR EKELÖF

No se puede leer la poesía como quien lee un cuento o una novela, lo extraordinario de ese género es lo que esconde. Así me decía mi amigo Arturo recordando una cita de Gonzalo Torrente Ballester: "Pocas cosas conozco tan excitantes y, en cierto modo tan reconfortantes, como [...] ese proceso incógnito en que se engendra la obra poética: seductor por el silencio, fascinante por la oscuridad, inquietante por la ignorancia en que vive quien lo padece."
Es necesario releer y valorar con intención aquello que nos dice el poeta para, en ocasiones, no entender nada; en otras, interpretar las ideas que sugieren la combinación de palabras creadas por el autor a partir de nuestra experiencia, o simplemente intuir lo que nos quiere hacer creer. Fíjense en estos versos del poeta sueco Gunnar Ekelöf (1907-1968), de su libro Dedicatoria (1934): 

La hora del odio ha llegado. En las horas decisivas  de las noches
La sangre late con mayor fuerza en los conductos de la soledad
Y el cuello del pensamiento que lo une a la vida
Es aplastado lentamente bajo el cristal de la eternidad.

Si observamos que esos versos pertenecen al poema titulado "Berlín 1933", nuestra experiencia nos permite contextualizar el sentido que tienen con perfecta claridad.

En el siguiente poema Ekelöf se mostró a sí mismo como un poeta al que había que considerar desde la lectura "entre líneas", como indica en "Poética", incluido en Opus incertum (1959):

Es el silencio lo que debes escuchar
el silencio escondido tras apóstrofes, alusiones
el silencio en la retórica
o en la llamada perfección formal
Esto es la búsqueda de un sin sentido
en lo que tiene sentido
o viceversa
Y todo lo que con tanto arte intento escribir
es por contraste algo sin arte
y todo el relleno está vacío
Lo que he escrito
está escrito entre líneas.

Es evidente que el poeta esconde en ese silencio ciertas connotaciones subjetivas difíciles de desentrañar.

Este otro fragmento del poema "Inscripción fósil" de sus inicios simbolistas está dedicado a la memoria del pintor sueco Carl Fredick Hill (1849-1911) y me recuerda la poesía de Juan Carlos Mestre. Más abajo reproducimos el cuadro "Fantástico paisaje rocoso" del pintor.

Yo era el príncipe de los susurros en el bosque que se mecía profundamente bajo la leche del oleaje y el viento sediento,
En el bosque donde las hierbas secretas levantaban su negra corona de polen entre las raíces que descendían sinuosas al estanque de las aguadoras y los pozos de los lagartos.
Yo era el príncipe de los susurros en la tienda de campaña de agua donde todas las voces ciegas servían a mi nombre,
En las azules grutas del castillo de agua donde el atardecer gotea de ubres de piedra.


Reunir en una sola entrada la profundidad de la poesía de Gunnar Ekelöf sería imposible. Quiero añadir unos versos sueltos de su última obra Partitura (1969) publicada póstuma:

Vivo en la esperanza
en la que siempre he sufrido:
llegar a ser comprendido alguna vez

Y en otro poema encontramos esta bellísima declaración de amor:

Te alejo de mí
sólo para abrazarte con mayor intensidad
en el próximo instante de deseo

Todos los poemas seleccionados están traducidos por Francisco J. Uriz y se pueden encontrar algunos libros de Ekelöf en castellano en este enlace.