martes, 28 de diciembre de 2021

 GEORGE ELIOT


La escritora británica George Eliot (1819-1880), como tantas otras mujeres en épocas pasadas, tuvo que cambiar su verdadero nombre, Mary Ann Evans, por el de un hombre. En su momento no se comprendía que una mujer fuera culta y escribiera novelas magníficas. Como señala Pilar Hidalgo en el prólogo de la edición de Middlemarch de la editorial Cátedra, así pensaban los críticos de la producción literaria de las mujeres en la época en que se publicó esta novela (1872): "La novela de un hombre es por lo general un producto más acabado que la de una mujer, su educación y su experiencia le dan un campo más amplio de pensamiento y una mayor variedad de personajes, suele presentar a personajes e incidentes de forma más artística y escribe mejor que sus rivales." La novela de Mary Ann Evans contradice en todo los argumentos simplistas de quien fuera el autor de esta cita. La recomendación de leer Middlemarch me llegó gracias a lectura de la columna de los sábados en El País de Antonio Muñoz Molina y, al igual que a él, su lectura no me ha decepcionado, bien al contrario.

La novela lleva el subtítulo de Un estudio de la vida de provincias y encierra un cúmulo de relaciones personales entre distintas familias: elogios y vituperios, admiración y calumnias, deseos de que el poder de uno sea asumido sin condiciones por otros... Sin embargo, no quiero desentrañar el argumento de la novela, que se puede leer en la página web de Wikipedia, sino resaltar unos pocos fragmentos de la novela que me parecen extraordinarios y que confirman la maestría de la autora, como la cita que aparece en la cabecera de este blog. 

Hay hombres a los que nos les importa que les pongan verdes con tal de que se hable de ellos. (pág. 238) Esta afirmación tiene completa actualidad. La autora, antes de que existieran las redes sociales, ya apuntaba la perfecta idiotez de algunas personas a quienes no les importa estar en candelero aunque sea por su condición de incoherentes, malvados o, incluso, criminales con tal de tener su espacio de celebridad. A estas personas habría que añadir otras que son capaces de aceptar sin ninguna crítica absoluta y a veces con devoción cualquier argumento por descabellado que sea.

Fracasar tras una larga perseverancia es mucho más grandioso que el no haber hecho nunca un esfuerzo lo bastante sostenido como para merecer el calificativo de fracaso. (309) Toda una lección para pusilánimes que se echan atrás ante cualquier iniciativa. Es preciso abordar cualquier decisión con el ánimo de llevarlo a cabo con firmeza y continuidad.

El hecho es que si uno quiere entrar en la vida pública debe estar preparado para las consecuencias. Debe estar a prueba de toda calumnia. (476) ¿Qué me dicen de esta afirmación? Parece extraída de un texto de hoy mismo, pues hemos visto cómo algunas personas han tenido que dejar la vida pública por algunos comentarios denigrantes o incriminatorios de personas o medios de comunicación que pregonan el odio y la difamación sin importarles las consecuencias. En este sentido sugiero que se vea la película Caballero sin espada (1939) de Frank Capra. Toda una ilustración de cómo interviene el mal para conseguir sus intereses.

En este estúpido mundo la mayoría de la gente jamás piensa que merece la pena hacer algo si no lo hace su grupito. (533) ¡Qué magnífica idea para desentrañar no solo la anuencia de partidarios políticos, sino la sumisión de particulares a argumentos sin valorar otros puntos de vista! La independencia personal es cada vez más necesaria en este mundo de escasez de alternativas. 

Apoyo a quien apoye los derechos de los perjudicados y no al virtuoso mantenedor del perjuicio. (563) Aviso a caminantes que anuncian el bien común y solo amparan a los ya beneficiados.

Podríamos añadir estas otras citas que hablan por sí solas: 
Es una mente muy estrecha la que no alcanza a ver un tema desde diversos puntos de vista. (139)

El tiempo, al igual que el dinero, se mide por nuestras necesidades. (221)

Cuando el alma de un hombre se pudre […] depara toda clase de hongos y nadie puede saber de dónde procedió la semilla. (503)

¿Qué soledad hay mayor que la de la desconfianza? (535)

El cielo se ha encargado de que no todo el mundo sea creador. (536)

Dejo para el final este fragmento: Ser poeta significa tener un alma tan ágil para discernir que no se escape ningún matiz de cualidad, y tan ágil para sentir que el discernimiento se convierta meramente en una mano que toca las fibras de la sensibilidad con una variación muy finamente ajustada; un alma en la que el conocimiento se convierte instantáneamente en sentimiento y el sentimiento rebrota como un nuevo origen del conocimiento. (310)

¡Qué mujer tan maravillosa, supo ver cómo el alma del poeta dispone con su creación de un valor imprescindible para ofrecer una visión de la realidad más allá de las apariencias!

lunes, 13 de diciembre de 2021

 ANTONIO GAMONEDA


Probablemente alguno de mis amigos de las tertulias a las que acudía en los años ochenta y  noventa, que ya he mencionado en otra entrada, me sugirió que se acababa de publicar Edad (1989) de Antonio Gamoneda en la colección Letras Hispánicas de la editorial Cátedra. Conocer esa obra de este magnífico poeta me sorprendió gratamente hasta el punto de que aquel ejemplar lo presté poco tiempo después hablando maravillas de él, pero… tuve que comprar otro ejemplar.

Me llamaba la atención de la obra del maestro la manera encubridora de algunos de sus poemas. La realidad que había vivido el autor se manifestaba en muchos de los textos a partir de sus silencios, y reflejando con insistencia emotiva una realidad que dañaba las conciencias. Baste como ejemplo el poema incluido en su obra Lápidas (1977-1986) titulado “Desde los balcones”.

Desde los balcones, sobre el portal oscuro, yo miraba con el rostro pegado a las barras frías; oculto tras las begonias, espiaba el movimiento de hombres cenceños. Algunos tenían las mejillas labradas por el grisú, dibujadas con terribles tramas azules; otros cantaban acunando una orfandad oculta. Eran hombres lentos, exasperados por la prohibición y el olor de la muerte.

(Mi madre, con los ojos muy abiertos, temerosa del crujido de las tarimas bajo sus pies, se acercó a mi espalda y, con violencia silenciosa, me retrajo hacia el interior de las habitaciones. Puso el dedo índice de la mano derecha sobre sus labios y cerró las hojas del balcón lentamente).

Esa exasperación y el canto de los mineros, probablemente por su lucha constante no solo contra el mineral excavado en condiciones infrahumanas, también contra el propietario de la mina y contra el estado totalitario y tolerante con la opresión, contrasta con la imagen de silencio exigido por la madre y produce que la palabra prohibición aumente significativamente y manifieste, como se indica en sus memorias, esa idea de clandestinidad.

En sus memorias publicadas por Galaxia Gutenberg, Un armario lleno de sombra y La pobreza, Antonio Gamoneda pasa revista a su infancia y juventud, sin embargo no se conforma con la narración de hechos de su pasado, también nos cuenta aspectos de su vida reciente, incluso de algunos encuentros con amigos en restaurantes indicando el menú o citando las medicinas que toma o los momentos en que la fractura de la edad se quiebra. En ocasiones, él mismo se da cuenta de que algún fragmento difiere de la intención que perseguía asumiendo que se trata de escritura automática, pero no considera que se deba eliminar y lo deja porque cree que forma parte de su visión particular del mundo. Entre esos fragmentos me interesa rescatar su visión irracional del hombre; para él, “la democracia consolida, alberga y encubre los totalitarismos económicos, y se ha hecho «natural» identificar como democracia a lo que lleva dentro una dictadura.” Echa de menos al hombre empático (“el «miembro» más racional, creativo y generoso de la subjetividad humana”) y cree que los ciudadanos tienen en su mano la posibilidad de cambiar el signo de los tiempos con una acción conjunta: “la abstención consumista”, aunque ello provocaría una alarma en el poder constituido hasta el punto de exterminar con todas sus armas esta conciencia revolucionaria. Esta idea, que es brillante, aunque muy improbable, requiere un análisis más detenido: efectivamente, la publicidad y el deseo de todos los poderes políticos y económicos, no se cansan de hacernos creer que el mundo de felicidad se encuentra tras el consumo constante de bienes y ello nos impide distinguir entre lo imprescindible y lo necesario para vivir y rechazar lo superfluo o incluso lo realmente inútil.

Llama la atención su idea sobre la poesía y su exclusión de los géneros literarios tradicionales al considerar que no es literatura, pues “La poesía nace de un saber desconocido y, en nuestra tradición y en nuestros días, bajo condiciones de aparente irrealidad lingüística, crea, en sí misma, una realidad que, simultáneamente es también conocimiento del inicial saber desconocido.” En otro momento dice: “La poesía es generación sucesiva de un lenguaje transfigurado en su origen.” Evidentemente, la literatura desde principios del siglo XX ha alterado todos los cánones tradicionales y hoy ya es imposible aplicar con criterio.

Cuenta en sus memorias que casi siempre ganaba los premios poéticos a los que se presentaba y por los poemas que he podido leer su genialidad se desborda en cada uno de ellos. He seleccionado dos: el primero se titula “Hablo con mi madre” (Blues castellano, 1982) y parecería que es una respuesta al poema que hemos incluido más arriba:

Mamá ahora eres silenciosa como la ropa
del que no está con nosotros.
Te miro el borde blanco de los párpados
y no puedo pensar.
   Mamá: quiero olvidar todas las cosas
en el fondo de una respiración que canta.
Pasa tus manos grandes por mi nuca
todos los días para que no vuelva
la soledad.
   Yo sé que en cada rostro se ve el mundo.
No busques más en las paredes, madre.
Mira despacio el rostro que tú amas:
mira mi rostro en cada rostro humano.
He sentido tus manos.
   Perdido en el fondo de los seres humanos te he sentido
como tú sentías mis manos antes de nacer.
Mamá, no vuelvas más a ocultarme la tierra.
Esta es mi condición.
                                     Y mi esperanza. 

 

El segundo poema pertenece a Arden las pérdidas (2003) y en él se aprecia el pesimismo que también destilan sus memorias:


Siento el crepúsculo en mis manos. Llega a través del laurel enfermo. Yo no quiero pensar ni ser amado ni ser feliz ni recordar.

Sólo quiero sentir esta luz en mis manos
y desconocer todos los rostros y que las canciones dejen de pesar en mi corazón
y que los pájaros pasen ante mis ojos y yo no advierta que se han ido.

Hay
grietas y sombras en paredes blancas y pronto habrá más grietas y más sombras y finalmente no habrá paredes blancas.

Es la vejez. Fluye en mis venas como agua atravesada por gemidos. Van
a cesar todas las preguntas. Un sol tardío pesa en mis manos inmóviles y a mi quietud vienen a la vez suavemente, como una sola sustancia, el pensamiento y su desaparición.

Es la agonía y la serenidad.

Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo. En cualquier caso, ya
la única sabiduría es el olvido.

Con el título Esta luz la editorial Galaxia Gutenberg está reuniendo toda su producción poética. 
El cartel que aparece aquí es el conmemorativo de la concesión del Premio Cervantes en 2006 a Antonio Gamoneda.

lunes, 15 de noviembre de 2021

Wisława Szymborska

Me gusta abrir los libros de poesía al azar y leer cualquier poema independientemente del orden que ha propuesto el autor o el editor. Igualmente me sucede con otros libros, como creo que ya he dicho en algún momento en otra entrada; mi intuición o el consejo de mis amigos lectores son determinantes a la hora de elegir un libro de lectura. A veces me llevo gratas sorpresas. Me ha sucedido con el libro de Wisława Szymborska Poesía no completa (Fondo de Cultura Económica, 2014, 4ª reimpr.) y que tenía olvidado en mi biblioteca y al que le había dedicado poco tiempo. Al volver sobre él el poema titulado "Clásico" me ha impactado notablemente. He aquí el texto:

Unos terrores de tierra y será olvidada la vida.
La música se liberará de las circunstancias.
Cesará la tos del maestro por encima de los minués.
Y serán levantadas las cataplasmas.
El fuego devorará la peluca llena de polvo y de piojos.
Desaparecerán las manchas de tinta de los puños de encaje
Los botines, incómodos testigos, irán a la basura.
Se llevará el violín el menos dotado de todos los alumnos.
De entre las partituras sacarán las cuentas del carnicero,
Las cartas de la pobre madre acabarán en los estómagos de los ratones.
Aniquilado, se acabará el desventurado amor.
Los ojos dejarán de llorar.
La cinta rosada le servirá a la hija de los vecinos.
Los tiempos, alabado sea Dios, no son todavía románticos.
Todo lo que no es cuarteto
será, como quinto, rechazado.
Todo lo que no es quinteto
será arrastrado, como sexto, por el viento.
Todo lo que no es un coro de cuarenta ángeles
se callará como el aullido de un perro y el hipo de un gendarme.
Se llevarán de la ventana el jarrón del aloe,
el plato de veneno contra las moscas y el tarro de pomada,
y se descubrirá la vista −¡cómo no!− del jardín,
un jardín que nunca ha estado aquí.
Y ahora, escuchad, escuchad, mortales,
asombrados prestad diligentemente oído,
oh ávidos, oh, asombrados, oh concentrados mortales,
escuchad −oyentes− todo oídos.

El poema me conduce al extraordinario poeta peruano César Vallejo, el autor que desgraciadamente supo anticipar su triste final, y al verso donde expone sin tapujos la verdadera condición del ser humano: ¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.” También el poema "El viaje definitivo" de nuestro Nobel Juan Ramón Jiménez abordó el mismo tema que la autora polaca, si bien con una perspectiva diferente: en el caso del poema de Wisława Szymborska la vida desaparece y con ello la destrucción es definitiva; sin embargo para el poeta onubense el enfoque es otro, pues él siente su muerte pero le sobrevivirá todo lo que le rodea. He aquí el poema de Juan Ramón:  

...Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;

y se quedará mi huerto, con su verde árbol
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;

y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

La poeta polaca Wisława Szymborska (1923-2013), ganadora del Premio Nobel en 1996, estuvo ligada al mundo literario durante toda su vida, ya fuera por sus artículos literarios, sus traducciones o su obra poética. Estos versos del poema "El cielo" resumen su identidad en muy pocas palabras: "Mis señas particulares / son el éxtasis y la desesperación." También con gran acierto en unos versos del poema "Hijos de la época" expresa su visión política: 

No es necesario siquiera que seas un ser humano

para cobrar importancia política.
Es suficiente con que seas petróleo,
forraje o materia reciclada.

A través de las metáforas de los dos últimos versos subyace en ellos, además de la necesaria identificación con otros elementos de la naturaleza -"Soy tan naturaleza como una tortuga, un árbol o una piedra", dice Sebastião Salgado-, la relación con unos materiales que permiten la transformación energética y que trascienden la simple relación metafórica para convertirse en paradigma de lo inevitable políticamente, como es la preocupación por el tratamiento que de ellos se hace para los seres humanos. 


Como se dice en algún artículo que he leído, la frase "¡No sé!" que incluyó en su discurso de aceptación del Nobel se asemeja al poema "Es una gran suerte" y que reproduzco íntegro aquí por su aparente sencillez, aunque encierra notables y profundos mensajes.


Es una gran suerte
no saber con exactitud
en qué mundo vivimos.
Saberlo exigiría
existir mucho tiempo,
mucho más
de lo que él dura.
Conocer otros mundos
siquiera para compararlos.
Elevarse por encima del cuerpo,
maestro indiscutible
en establecer límites
y presentar dificultades.
Por el bien de la ciencia,
por la claridad de la imagen
y de las conclusiones definitivas,
alzarse por encima del tiempo
en cuyo seno todo fluye y gira.
Desde esta perspectiva
adiós para siempre,
detalles y anécdotas.
Contar los días de la semana
debería parecer
una actividad sin sentido,
echar una carta al buzón,
una travesura de adolescentes,
el letrero “No pisar el césped”
una advertencia delirante.

domingo, 24 de octubre de 2021

DE LA INTERPRETACIÓN DE SIGNOS

¿OBJETIVIDAD? 




Resulta paradójico cómo un mismo hecho, un idéntico texto o una misma imagen puedan suscitar diversas lecturas, incluso opuestas. Lo vemos ante cualquier acto político, como la declaración reciente de Otegi sobre los asesinatos de ETA, la posible recuperación de la economía española tras la pandemia, el polémico tema de los toros y su inclusión en la cultura nacional, el improbable voto de Lorca a algún partido político actual...; y observamos de qué manera lo interpretan tertulianos e ideólogos del poder y del contrapoder dependiendo de su color político. 


Al ver el documental Las Hurdes, tierra con alma: 80 años en las Hurdes de Buñuel, a partir de la película Tierra sin pan (1933) del director aragonés, me ha llamado la atención que las imágenes aún hoy, como en su momento, producen dos posturas bien diferentes: aceptación   de la película como una terrible realidad que había que denunciar y cambiar, o bien, como una exageración que no se correspondía con lo que realmente sucedía en aquel lugar del norte de Cáceres. 

Como dice en un momento de ese documental Agustín Sánchez Vidal, a veces se confunde la realidad con la representación que se hace de ella, es decir, los fotogramas de la película por más que quieran reproducir la realidad no son la realidad misma, sino un mero icono de ella. Ello me recuerda la pintura de René Magritte Ceci n'est pas une pipe, pues cualquiera, en un principio, se puede sentir engañado por el texto al ser representada en la imagen una pipa; pero si se analiza con juicio crítico se observa que el signo y la realidad no se corresponden en términos de igualdad física. En el caso de Tierra sin pan, Buñuel y sus colaboradores crearon una obra de arte y no hicieron sino algo similar a lo que vemos en el cuadro de Magritte: sus imágenes no dejan de ser sino una representación de la realidad, pero quisieron denunciar la vida miserable de aquellos despojos humanos. Si se desea una interpretación objetiva del documental es preciso analizarlo con cierta dedicación, estudiar cómo era la España de aquella época, contextualizar el mensaje y valorarlo en su periodo adecuadamente. 

Existe otro vídeo de una visita que realizó el rey Alfonso XIII once años antes de que se produjera el de Buñuel y ya entonces se hablaba de que allí "siete mil habitantes mueren de hambre y abandono". Dicho esto parece más que justificada la denuncia que provocaba la película Tierra sin pan.

Volviendo a los temas mencionados en el primer párrafo, es preciso analizar los mensajes que recibimos con el criterio más crítico que podamos, de manera que estemos alerta a las intenciones espurias de algunos de ellos; en definitiva, no debemos ser meros espectadores ni repetidores de aparentes informaciones malintencionadas. Habrá que valorar con juicio crítico para formar nuestro punto de vista sobre noticias e ideas con que nos bombardean constantemente los medios de comunicación y, como decía L. Wittgenstein con que cerraba su Tractatus logico-philosophicus, (cito de memoria): de lo que no se puede hablar mejor no decir nada. 

Para conseguir ese juicio crítico, al margen de modas, es imprescindible una buena educación que nos ayude a buscar los datos pertinentes y lograr con ello una información cercana a la verdad, ya sabemos lo difícil que es esto, basta recordar lo que apuntaba al respecto María Zambrano: "decir la verdad es imposible, o es nefanda o es inefable"; aun así intentaremos formarnos para conseguir nuestra visión personal de actos, noticias, etc. con criterios objetivos y al margen de las malas artes de algunos.

martes, 14 de septiembre de 2021

STEFAN ZWEIG

 DIARIOS



La editorial Acantilado ha editado los Diarios de Stefan Zweig. Son nueve cuadernos que abarcan desde 1912 hasta 1940 con interrupciones de diversos años. Los periodos más sobresalientes se corresponden con ambas guerras mundiales y vemos una notable diferencia en los comentarios que hizo de las dos: en la Primera Guerra Mundial hay una evidente disparidad en lo que concierne al comienzo de ella, la afirmación de la necesidad de esa guerra, y durante el largo proceso de la misma, su idea cambió y se proclamó defensor de las corrientes pacifistas representadas especialmente por su amigo francés Romain Rolland. En la Segunda Guerra Mundial Stefan Zweig se vio peligrosamente señalado por su condición de austriaco y judío cuando vivía en Londres en plena guerra: "Noto crecer la desconfianza hacia nosotros día a día, cada vez más N. B. S. [En una nota se indica: 'Probablemente, la abreviatura de "not born subject", aplicable a los no nacidos en territorio británico. Tradicionalmente el derecho consuetudinario inglés distinguía entre los not born subject, denizen, alien friends y alien enemies] y noto que el rechazo adquiera proporciones germánicas. Pero ¿adónde huir?" (13 de mayo de 1940). Unos días después, el 24 de mayo, su desánimo continúa: "Me atormenta mi imaginación clarividente: veo perfilarse los escalofriantes contornos de la postguerra en Inglaterra, los estallidos de odio que, una vez más recaerán en nosotros, ya sea por nuestra condición de extranjeros o por la de judíos. No sólo hemos de contar con ser perseguidos una vez más, con perder los últimos medios de subsistencia, sino también con el odio." Aunque se le concedió la nacionalidad inglesa, al igual que a su mujer Lotte Altmann, en marzo de  1940, su condición de austriaco y hablante alemán y además judío, le condicionaban a ser una persona bajo sospecha.

Muchos de sus comentarios son breves y hacen referencia a la necesidad que tenía el autor de dedicarse a su creación literaria. Los del último cuaderno, de mayo y junio de 1940, son más extensos y se expresa en ellos la desesperación personal por la creencia de que el nazismo se consolidaría en todo el mundo. 

La totalidad de estos Diarios se presenta con una prosa límpida, ejemplar, y manifiesta su agudeza tal y como la conocemos en la mayoría de sus obras, especialmente en sus memorias El mundo de ayer, de obligada lectura no solo para tener datos del autor, sino para conocer la pérdida material y moral que supusieron las dos conflagraciones mundiales. En varios fragmentos se pueden extraer aforismos que demuestran el optimismo del autor, a pesar de la adversidad. Véase esta afirmación relativa a la condición humana, aunque bien sirve para referirse al medio ambiente: "La naturaleza es admirable incluso cuando es destructiva", o esta otra cuando habla de la monumentalidad de Nueva York en 1935: "La luz se ha puesto a nuestro servicio y se ha hecho el esplendor." Su visión de la gran metrópoli en aquel año difiere notablemente de la que nos dejó Federico García Lorca en Poeta en Nueva York. Stefan Zweig señala que Harlem es el barrio de los negros, pero no observa que haya racismo contra ellos porque los distritos están separados ("Es una ciudad estratificada, en absoluto homogénea, hecha de islas dispares."), a diferencia de lo que sí encontramos en la obra del poeta granadino: "¡Ay, Harlem!, ¡Ay, Harlem!, ¡Ay, Harlem! / No hay angustia comparable a tus ojos oprimidos, / a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro, / a tu violencia granate, sordomuda en la penumbra, / a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje."

Si tuviera que resaltar algunos temas que aparecen en sus Diarios, me detendría especialmente en la preocupación que Stefan Zweig tenía con la creación literaria. Refiriéndose a Rainer María Rilke, el poeta que se detenía con delectación en los pequeños detalles, "escribir poesía es un acto religioso para él, como rezar, y que no siempre posee la misma devoción, pues exige un singular estado de recogimiento interior." En relación con esta idea, observo que hay poetas, como mi amigo Antonio Muñoz Frías, que tienen una gran facilidad para la escritura, como si su musa, por llamarlo de alguna manera, estuviera permanentemente a su lado, con una capacidad pasmosa para abstraerse de toda la barahúnda de ruidos y agresividad que nos rodea; mientras que otros, y ahí me incluyo yo, el poema no surge sino por esos escasos momentos en que nos alejamos de la eterna confusión en que vivimos, para poder poetizarla.

Más adelante, el 20 de noviembre de 1917, Zweig continúa hablando de Rilke con estas palabras: "...se percibe el profundo misterio de ese hombre en apariencia frío e impersonal, porque siempre disimula lo más íntimo, no lo exhibe en sus obras, sino que lo mantiene en la sombra de su vida. Sólo a veces, cuando trato con personas próximas a él, me doy cuenta de que ha depositado en sus poemas lo más valioso de su existencia y adivino cómo se prodiga ese artista en apariencia tan parco. Sin duda es uno de los pocos hombres que tienen un estilo de vida propio y que interpretan la palabra, la esencia del poeta, en un sentido elevado e íntimo." Y alude a su Libro de horas: "...me doy cuenta de que, para Rilke, el sentido de la creación poética no se halla en el hecho de fijar la realidad, sino en el de compararla. No se adentra en el mundo, sino que lo intensifica a través de la variedad; el desorden del mundo fluye en él con el ímpetu de un torrente y su labor consiste en conferirle forma. Cobro conciencia del poder de la creación poética."

El espectáculo teatral también ejerce un gran poder de atracción en nuestro autor, pero es en la música donde encontramos unos comentarios realmente llenos de la lucidez que producen: "Vuelvo a escuchar el cuarteto Rosé. Y, en medio de una obra tardía preciosa -el adagio del opus 125 [Probablemente el Cuarteto de cuerda en mi bemol mayor, op.127, de Ludwig van Beethoven]- siento el susurro de un pensamiento íntimo: ¿cómo es posible que en un mundo en el que existe algo tan bello, en este preciso instante los hombres se estén lanzando granadas? Es una pregunta para la que no tengo respuesta, y, sin embargo, al escuchar esas notas celestiales me resultó más inconcebible que la propia muerte." (14 de diciembre de 1915). Con estas palabras de Stefan Zweig comprobamos que el hombre es capaz de conseguir los mayores logros culturales y artísticos, pero también de corromperlos y destruirlos por su afán devastador, en ocasiones, en nombre de falacias o límites o deseos de poder.

lunes, 2 de agosto de 2021

LA TAREA DEL ESCRITOR

Luis Landero. El balcón en invierno



Las palabras de Luis Landero sobre el arte de la escritura son de lo más acertadas que he podido leer en estos días. Se encuentran en su apasionante autobiografía El balcón de invierno y nos remite a la necesidad del esfuerzo y del ánimo constantes para conseguir lo deseado:

"Escribir es lo más creativo, lo más gozoso, el soplo que da vida a las figuras aún inertes, lo que sería en el cine poner la cámara en acción o tomar sus pinceles el pintor tras algunos bocetos, pero también es lo más delicado y lo más arduo. Yo siempre me acerco al atril con el temblor del enamorado primerizo en los albores de una cita. Y por querer, yo quisiera escribir como un niño a quien el hombre sabio y experimentado, con destrezas adquiridas en muchos años de soledad y de estudio, viene a rendirle pleitesía, a ofrecerles presentes, como si el niño fuese un rey caprichoso y tiránico, pero legítimo y único rey al fin. Tantas mañanas de escritura, tantos atardeceres de descansar la mejilla en la mano, los ojos escocidos de tanto leer… (p. 21)

domingo, 20 de junio de 2021

LA NAVE DE LOS MUERTOS

 B. TRAVEN



Hace unos días he vuelto a ver la película de John Huston El tesoro de Sierra Madre basada en una novela de B. Traven. Mi curiosidad me ha llevado a consultar al novelista en internet y he descubierto que  Acantilado ha editado recientemente esa novela, además de  La nave de los muertos. Al leer la información de la editorial de esta obra me pareció tan sugestiva que decidí conseguirla y, efectivamente, su lectura no me ha decepcionado. 

He investigado en la biografía de este autor y sus datos ofrecen más dudas que certidumbres. Se trata de un escritor de múltiples facetas, un Peter Sellers de la narrativa, hasta el punto de que existen muchas sospechas sobre su verdadera personalidad; pero a diferencia del actor británico, es más que probable que el enmascaramiento en otras identidades se deba a la misma circunstancia vital del protagonista de La nave de los muertos, por tanto, habrá que seguir leyendo para saber qué sucede con él.  

El artículo de Jan-Christoph Hauschild "El hombre que se inventó a sí mismo" aclara alguno de esos datos. Parece ser que B. Traven nació en Alemania hacia finales del siglo XIX, aunque quizás su ciudad natal, Świebodzin, hoy pertenece a Polonia. A principios del siglo XX colabora como actor en diversos proyectos teatrales con el seudónimo de Ret Marut. Más tarde es responsable de la edición de la revista crítica Der Ziegelbrenner (El fundidor de ladrillos) en la que "postulaba el entendimiento y la amistad y los pueblos" y "apelaba a la sensatez y a la capacidad cognitiva del lector para descifrar la noticia dentro de la noticia"; curiosamente, la censura creyó que se trataba de una revista de albañilería. En 1919 se convierte en el responsable de prensa de la República Soviética de Baviera. Huye de Alemania y viaja a Austria y a Inglaterra, hasta que en 1924 llega a Tampico (México), donde probablemente, para no identificarse con la persona que fue en Alemania, hubo de cambiar su nombre y utilizar el de B. Traven con el que firmó sus creaciones literarias hasta su muerte en 1969.

La nave de los muertos tiene semejanzas con otras obras: como La nave de los necios, extenso poema alemán de Sebastian Brandt (1457-1521) con bellas ilustraciones, algunas de Alberto Durero, en que una serie de locos viajan en barco hacia el país de los tontos; la obra de teatro San Juan, de Max Aub, reúne a un gran número de judíos durante la II Guerra Mundial que vagan errantes en un barco sin que ningún país les dé acogida; similar argumento al de la película El viaje de los malditos (1976) en que el transatlántico San Luis con miles de judíos sale de Alemania huyendo del nazismo sin que Cuba les admita en su isla. La imagen inferior representa la pintura de Jerónimo El Bosco titulada La nave de los locos sobre el mismo tema.

La nave de los muertos desvela los avatares de Gerald Gates para poder sobrevivir en un mundo que le es hostil. La narración comienza con la pérdida de su barco Tuscaloosa y con ello su tarjeta de marinero. Indocumentado, deambula por Amberes hasta que la policía le pasa a la frontera de Holanda con unos florines para quitárselo de encima; pero luego es devuelto a Bélgica, después a Francia y a España.

El protagonista intenta conseguir un pasaporte o una tarjeta de marinero que le permita tener un medio de circulación sin contratiempos, pero sin éxito por el farragoso trajín de inacabables negativas de la burocracia. se convierte en un apátrida: "He aprendido que lo que llaman patria, incluso lo que llamamos con cariño tierra chica, está metido en conserva, guardado en carpetas entre miles de expedientes y representado por funcionarios que se encargan de quitarle a uno cualquier sentimiento patriótico hasta que no queda ni rastro de él. ¿Dónde está mi patria? Allí donde nadie me moleste, donde nadie quiera saber quién soy, lo que hago o de dónde vengo, esa es mi patria, esa es mi tierra chica." 


Como indicara Stefan Zweig en El mundo de ayer -véase la entrada correspondiente en este blog-, también el protagonista de la novela de Traven se queja en primera persona de las consecuencias de la I Guerra Mundial. "Antes de la guerra nadie preguntaba por la tarjeta de marinero o por el pasaporte y la gente vivía tan feliz. Pero las guerras que se hacen en nombre de la libertad, de la democracia y del derecho de autodeterminación de los pueblos son siempre sospechosas. Sospechosas desde el día en que los prusianos comprendieron su guerra de liberación contra napoleón. Cuando se gana una guerra de liberación, en cuanto la campaña acaba, los hombres se quedan sin libertad, porque la guerra ha triunfado sobre la libertad." Joseph Roth en La cripta de los capuchinos abunda sobre esta idea señalando que en esa guerra no participó todo el mundo, a pesar de su denominación; sin embargo, "como consecuencia de ella, todos nosotros perdimos un mundo: nuestro mundo."

Sobre ese concepto de libertad, la opinión de Gerald es muy clara, pues hay que desconfiar de quien enarbola ese término porque cuando uno tiene que ir pregonando a voces: «¡Somos un pueblo de hombres libres!», es que quiere ocultar el hecho de que la libertad se la han dado a los perros o que ha desaparecido entre cientos de miles de leyes, ordenanzas, disposiciones, instrucciones, reglamentos y porras de policía, que la han devorado como si fueran ratas, y sólo han quedado los gritos, el eco atronador de los clarines y la figura de una diosa que representa a la libertad.”

Por fin, cuando llega a Barcelona embarca en el Yorikee, el terrible barco de los muertos. En el camarote de la tripulación hay una inscripción de lo más halagüeña: "Quien entra aquí perece, su nombre y su ser se esfuman para siempre." En él nuestro protagonista trabaja como carbonero, con una tarea constante, inmunda y fatigosa, sin apenas descansos, durmiendo en un camastro que es una simple madera, junto a compañeros andrajosos y llenos de suciedad y sin luz eléctrica, con lámparas de petróleo que hacen irrespirable la sala de las calderas. La comida es escasa y nauseabunda y las ratas deambulan en plena libertad. ¿Qué transporta el barco, además de estas maravillas?, pues , ¡qué va a ser sino productos de contrabando! Por supuesto, nadie pregunta a nadie sobre la documentación personal. Todo un lujo para quien desea un crucero con todos los detalles de las atracciones turísticas.

Se podría decir que la invención narrativa del autor es asombrosa, pero si hacemos caso de las palabras de J. Ch. Hauschild, esa invención tiene un trasfondo de vivencia personal, pues allí se nos dice: "Yo no puedo sacarme nada de la manga (...). He tenido que aterrorizarme hasta casi enloquecer antes de poder describir el horror, tengo que sufrir yo mismo toda la tristeza y toda la pena del alma antes de hacérselas sufrir a las figuras a crear."

 


¿Cuánto hemos cambiado  desde aquella publicación de finales del XV de Sebastian Brandt? Permítanme que responda con claridad: ¡Nada, nada, nada! Basta observar la llegada de pateras a las costas europeas o contemplar cómo se persigue a embarcaciones, como el Open Arms o el Aquarius, que tratan de ayudar a inmigrantes que huyen del hambre, la guerra o, simplemente, un destino de miseria. Países que han aprobado los derechos humanos de asistencia y protección de la vida humana, tratan a sus ocupantes como apestados, pues traen el virus de la pobreza y solo transmiten el dolor. El egoísmo de los países desarrollados para cumplir un mínimo de esperanza con los pobres de la tierra es descorazonador. Es el mismo egoísmo que nos transmitía un amigo al considerar que vivimos bien y que no es necesario defender a partidos políticos que reclaman un reparto de la riqueza con equidad. "Aquí se vive bien", nos decía hace apenas unos meses. Mi respuesta fue si es necesario cerrar los ojos a las personas que viven con nosotros o más lejos y tienen sus necesidades básicas sin cubrir, si es necesario que los marginemos, mientras nosotros vivimos bien. Creo que ya he comentado en varios artículos de este blog esta idea que escuché hace ya unos cuantos años a mi compañero de Filosofía Fernando López Laso en aquellos inacabables claustros del IES Parla II: en este mundo globalizado si no hacemos nuestras las penalidades, desgracias y miserias de los países pobres no acabaremos con la pobreza, es decir, su pobreza también es la nuestra. Un mundo igualitario, independientemente de distintas etnias, religiones o intereses, es necesario. 

martes, 11 de mayo de 2021

FRIEDRICH HÖLDERLIN

 FRIEDRICH HÖLDERLIN (1770-1843)



Quien fuera uno de los poetas románticos más influyentes tuvo una vida dedicada al estudio. a la educación y a la poesía y, como señala Hans George Gadamer en La dialéctica de Hegel: "padeció la desgracia como poeta y como hombre", pues sus 36 últimos años los acabó confinado en la torre de Tübingen por su locura.

Desde muy joven perdió a su padre y a su padrastro y su madre le encaminó a la vida religiosa. Entró en el seminario de Denkendorf en 1784, continuó su desarrollo en Maulbronn dos años después y con dieciocho años ingresó como becario en el seminario de Tübingen, donde fue condiscípulo de Hegel, Schelling, Neuffer, Magenau o Stäudlin. Las normas impuestas a los becarios eran sumamente estrictas y de infringirlas podrían acabar en la cárcel. Recuerdo la visita que hicimos hace unos años a Heidelberg y pudimos comprobar cómo era la cárcel de los estudiantes (Studentenkarzer) de la época del autor. En las fotos adjuntas se aprecia de qué manera las ilustraban. 

Hölderlin siempre aprovechó satisfactoriamente sus  estudios. Terminó como magíster porque no se dedicó al mundo religioso, sino que se convirtió en educador personal de determinados hijos de familias adineradas de la región. Para entonces ya había contribuido con magníficos poemas en revistas y almanaques de la época y se encaminaba a la continua reescritura de su Hiperión o El eremita de Grecia.

Imbuido por las ideas republicanas surgidas en la Francia de la revolución, su visión del mundo chocó con la ideología predominante en la todavía inexistente Alemania. su punto de vista sobre la educación tiene la influencia de Rousseau como se aprecia en este texto de la biografía novelada de Peter Härtling (Hölderlin. Una novela), basada fundamentalmente en la correspondencia del poeta: Hölderlin "condena la educación que le impartieron, que le mutiló, que le frustró, que le enseñó la humildad y le negó la razón, que insistió en la culpa general y en el castigo individual, que le había preparado para la teología e incapacitado para la vida [...] El educador tiene que acercarse al niño en su esfera privada para convertirle en un individuo autónomo." A ello se refiere con estas palabras: "Tengo que sacar al niño de su estado de inocencia, del marco estrecho de su instinto, del estado de naturaleza, para conducirle por el camino que le permita ir hacia la cultura, tengo que despertar en él al ser humano, despertar sus necesidades superiores, una vez conseguido esto, puedo y debo obligarle a mantener siempre vivas estas necesidades y a empeñarse en tratar siempre de satisfacerlas."

Como preceptor del hijo de Jacob Gontard conoció a quien inmortalizó en sus poemas como Diotima y a la que amó desesperadamente hasta la muerte de ella. Se trataba de Susette, la mujer de Gontard. Peter Härtling recrea el momento de su enamoramiento: "No sé cómo empezaron las cosas, si se confesaron ya su amor en este refugio veraniego [en Pfingstweid, al este de Frankfurt], si paladearon ya su creciente y mutuo interés y la creciente tensión, también, sin expresarla con palabras. son detalles sin importancia -ya sabemos lo que es esto- que les conmueven o les hacen sufrir: el roce ligero de su hombro contra el brazo al pasear, el sonido de una sonrisa que de repente suena de otra manera, el que ella le llame involuntariamente mi querido, el que, al finalizar la lectura, la mano de ella se demore en la suya." Diotima es la amada recreada en Hiperión que acompaña al protagonista en busca de la libertad deseada para transformar el mundo a través de la poesía. 

De todos los poemas dedicado a su querida amada destacaré este fragmento:
"Tú, tú que reconciliaste antaño a los elementos ven a apaciguar en mí
gracia de las musas celestes, el caos del tiempo,
ven a cubrir el clamor de las batallas de los cánticos de paz del cielo,
hasta que en el corazón mortal del que está desgarrado reine aún la unión, 
hasta que del remoto abismo del tiempo renazca fuerte y alegre
la inmensa y serena naturaleza del hombre.

Las habladurías de ese amor mutuo propiciaron el despido de Hölderlin, aunque no impidieron que continuaran viéndose a escondidas. La muerte de ella dio comienzo a la terrible pesadumbre del poeta y a su agónico estado de dejadez y locura que le condujo a vivir hasta su muerte alojado en la torre de Tübingen gracias al carpintero Zimmer.

La estética de Hölderlin se manifiesta con absoluta vehemencia en todos sus textos. En la novela epistolar Hiperión dice: "olvídate de que hay hombres, miserable corazón atormentado y mil veces acusado, y vuelve otra vez al lugar de donde procedes, a los brazos de la inmutable, serena y hermosa naturaleza." La poesía es el medio idóneo para expresar su visión: "No puedo concebir ni comprender la historia sin un sentido estético. Y esto es lo que vuelve a poner a la poesía en el sitio que le corresponde de educadora de la humanidad."  Martin Heidegger en su breve ensayo Hölderlin y la esencia de la poesía señala algunos términos relativos al concepto de poesía expresados por el poeta romántico; "Es la más inocente de todas las ocupaciones", pero a la vez "se le ha dado al hombre el más peligroso de los bienes, el lenguaje, para que con él cree y destruya, se hunda y regrese a la eternamente viva, a la maestra y madre." En estos términos resuenan los ecos de F. Nietzsche cuando apunta en El nacimiento de la tragedia que "sólo como fenómeno estético está justificada la existencia del mundo." Es como si el arte poética se convirtiera en la esencia de todo lo humano y su desarrollo consiguiera la transformación en una nueva religión, como así plantearon él y sus amigos Hegel y Schelling. En Hiperión se nos dice "El primer hijo de la belleza humana, de la belleza divina, es el arte." Y la poesía es la semilla que propicia esa belleza.

Es más que evidente la deuda que todos los poetas tenemos contraída con los escritores románticos y en especial con Hölderlin. En cierta manera uno de de mis poemas tiene esa influencia. Me refiero al poema que titulé "Palabra" y que cierra El eco de las voces, si bien está inspirado en un comentario del poeta sirio Adonis: "el hombre escribe y lee para liberarse, para destruir el poder -celeste o terrestre- no en nombre de otro Dios padre, sino en nombre del hombre mismo". En mi opinión contiene evidentes referencias de la obra del poeta alemán. Aquí se puede apreciar:

Sólo la palabra nos salva del espejismo
convierte la lucha en reclamo
fruto de inigualable savia.
La palabra es nuestra religión,
la inercia con que se rechaza
la liturgia del dios del sufrimiento,
de la lágrima avergonzada,
del camuflado perdón
que evoca la causa del poder.
La palabra anuncia lo desconocido
y convierte la obediencia
en la ansiada libertad.

Estos versos de su tragedia La muerte de Empédocles están puestos en boca del filósofo de Agrigento y dirigidos a su discípulo Pausanias, pero bien podrían estar referidos al propio Hölderlin como si él nos recitara en primera persona y nos ofreciera su resplandor en un espejo:

Cuando el espíritu floreció en mí, como floreces
tú mismo, te conocí, y lo grité, estás vivo,
y cuando, sereno, caminas en torno a los mortales
y, cn tu juventud celeste, haces resplandecer
la favorable luz que de ti emana sobre todas las cosas,
para que todas tengan el color de tu espíritu
la vida para mí también hizo poema.


domingo, 25 de abril de 2021

EL EXILIO INTERIOR. MIGUEL SALABERT

EL EXILIO INTERIOR




El término exilio interior -tan utilizado en el título de distintos artículos y obras literarias, el último ha servido para recordar a la incomparable María Moliner- fue acuñado por Miguel Salabert en un artículo en L'Express en 1958 y, como el propio autor comentó en este enlace, esa paradoja "comprendía a la España aherrojada, cautiva y marginada en su propio territorio físico, es decir, a todos aquellos españoles que resistieron pasivamente o cuya única colaboración con el franquismo consistió en no luchar activamente contra él." Después ese concepto se concretó en una novela publicada en Paris (1961), Nueva York (1963), Budapest (1964), Londres (1965), Bucarest (1967), Atenas (1985) y, por fin, en España en 1988 en la colección Memoria Rota. Exilios y Heterodoxias de la editorial Anthropos. El libro lo conseguí en mi querida Cuesta de Moyano de Madrid y tiene el autógrafo del autor. Todo un lujo para un coleccionista de libros.

En el prólogo de la edición española el autor analiza la situación del franquismo y sus palabras resuenan tan cercanas actualmente que producen escalofríos: "Afortunadamente, son muchos todavía los que no creen que el franquismo sea ya una vieja, una remota historia. Saben, como yo, que continúa enquistado en modos y hábitos profundamente enraizados en nuestra sociedad, que está más embalsado que embalsamado." Efectivamente, aún hoy tenemos en nuestras manos la "fortuna" de discernir determinadas conductas que sólo permiten que el odio y el enfrentamiento brutal y fratricida perdure. Hoy somos muchos quienes deseamos que se erradique de nuestras instituciones y de nuestra formas de concebir el mundo.

La novela se divide en tres partes: "Los años inhabitables (1936-1951)", un breve "Paréntesis para Juana (1936)" y "El tiempo estancado (1951-1955)".

En la primera parte el autor nos presenta la tragedia con ciertas notas de humor. El protagonista es un niño que desea ir a la guerra a combatir como lo hace su tío Juan, pero no le deja su madre por tener que acudir a las colas del hambre y, cuando hay bombardeos, al refugio. "Las primeras noticias que tuve de los hombres fueron las bombas." Al acabar la guerra su padre es encarcelado. torturado y condenado a la pena de muerte; mientras, la hambruna permanece como una rutina difícil de despedir. Con su prima Andrea juega "a comer": 

"Aquello tomaba el aire de un gran banquete. Nuestro olfato aspiraba los olores imaginarios con una inmensa delectación. Pronto todo estuvo terminado y Andrea me llamó a la mesa. 'Comimos' con tal convicción, que ya no sabíamos dónde empezaba la realidad y acababa la ficción. Pero cuando acabamos, el hambre, la misma hambre familiar, fiel, obsesiva, aquella hambre nuestra de cada día, de cada minuto, nos envolvió a la realidad. Andrea hizo todavía un supremo esfuerzo por no rendirse.
-¿Te has quedado con hambre? -me preguntó.
-Sí, un poquito.
Andrea hizo entonces algo heroico. Sacó de un cajón lo único que tenía en la vida: un muñeco de celuloide, que amaba con una ternura casi cómica.
-Vamos a comérnoslo. De postre.
Ella mordió el muñeco por un brazo y yo por una pierna."

La hambruna en aquella época está recogida en la memoria de nuestros antepasados recientes y en multitud de obras que resaltan la terrible realidad que les atenazaba y que, aún hoy, nos comunican los medios. De aquel entonces recordaré lo que dice Antonio Rodríguez Almodóvar en sus Memorias del miedo y el pan: "las ganas de comer era algo que, por mucho que malcomieran, nunca conseguían quitárselo del todo. siempre quedaba un remanente de hambre, hambre."

Después de ser expulsado de un colegio católico de las mejores familias de Madrid por desobedecer a un compañero y darle una paliza, el protagonista abandona un convento de capuchinos, se convierte en ayudante de una barbería, trabaja en una botica, luego es fotógrafo, vende seguros, peines, hojas de afeitar... "Si el presente era incómodo, el futuro era para darse de baja. [...] Se trataba de sobrevivir, o más exactamente de subvivir, las veinticuatro horas de cada día."

Por fin, conmutan la pena a su padre y, más tarde, sale de la cárcel. El silencio del padre contrasta con el personaje de Emilio, hermano del protagonista, que consigue todas las ventajas que ofrece el régimen al convertirse en falangista y lograr los beneficios que la dictadura facilitaba a unos pocos. A veces el padre manifiesta su ideología al conversar con el protagonista y expresar, a pesar del sufrimiento de las torturas y la cárcel, su opinión optimista en favor del hombre y de un destino poco menos que providencial, también "se mostraba convencido de que la muerte de la dictadura se produciría por dentro, por pura inanidad, en un largo proceso de desmoronamiento." La candidez del padre choca brutalmente con la realidad: del mismo modo que es contratado como profesor de Ciencias Naturales en una academia, al poco tiempo es despedido por  divulgar las ideas evolucionistas de Darwin.

El capítulo dedicado a Juana es similar al Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender. Juana representa el odio más exacerbado por lo sucedido con su marido. En un altercado en 1936 los fascistas habían asesinado a treinta hombres y, entre ellos, el marido de Juana había quedado malherido. Ella lo conduce a su casa y le pide ayuda al cura, pero este la traiciona y cuatro falangistas lo rematan.

La última parte de la novela se desarrolla cuando el protagonista ha conseguido llegar a la universidad. Una institución en la que todas sus actividades tienen "como guía suprema el dogma y la moral cristianos y lo establecido por los sagrados cánones respecto a la enseñanza. [...] El mundo está milimetrado por el orden y la religión." La penuria intelectual que representa la universidad de la posguerra se combate con encuentros con amigos inseparables del protagonista: Carlos, un tarambana de familia bien que reniega de su linaje por amor a Concha, una criada embarazada y muerta por un aborto clandestino, y Rafael, que vive en un suburbio donde el hambre y la muerte están presentes constantemente. Su punto de reunión es una tasca de mala muerte donde se emborrachan para olvidar el día siguiente, "Pero no será otro día. Será el mismo día siempre, de esta insoportable eternidad.

Relacionado con este tema de la novela española durante el franquismo quiero recordar el encuentro que tuvimos en las reuniones de Respublica de Pinto, que ya he mencionado en otra entrada y que organizaba Nacho Gutiérrez en la biblioteca del municipio. En junio de 2006 invitamos a Isaac Rosa, que por entonces había publicado la imprescindible novela El vano ayer, para hablarnos de la "Memoria literaria del franquismo" y del legado novelístico que dentro y fuera de nuestro país la posguerra había dejado en las librerías del momento. Se habló de muchas cosas, entre ellas de cómo el bando franquista una vez terminada la guerra no sólo quiso humillar a los vencidos, sino también exterminarlos como apunta Antonio Rodríguez Almodóvar en sus memorias "La represión franquista fue absolutamente desmedida, sanguinaria y premeditada, en una operación que se fijó como objetivo final no ya la victoria, sino el exterminio de los contrarios. Todavía hacia 1965, una señora muy de derechas de Sevilla le dijo a mi madre que el único error que había cometido Franco fue no arrancar la simiente. Se refería, claro está, a los hijos de los rojos." También se planteó la ausencia de que se esperaba una abrumadora muestra de narraciones que trataran el tema de la represión franquista escondidas en los cajones olvidados. No se mencionó entonces El exilio interior de Miguel Salabert, pero lo cierto es que esa abrumadora existencia no era tal o quizás no supimos ver la trascendencia de narrativa ligada al tema. Entonces se decía: "Quizá la asunción acrítica y generalizada del pacto de la transición y de sus complicidades, que ha dado paso a una 'democracia concebida sin pecado original', haya provocado que nos hayamos quedado sin un discurso novelizado 'de uso para los ciudadanos". La guerra civil como momento histórico sí se ha convertido en un tema literario, pero no  la duradera represión, objeto cuando menos decepcionante.

Hoy podemos encontrar en esta página una amplia nómina de novelas, pero curiosamente no aparece en ella El exilio interior. Espero que la incluyan en breve para hacer justicia a este escritor que no percibió ningún beneficio económico como derechos de autor por la publicación de la novela en tantos países distintos al español.

domingo, 21 de marzo de 2021

DE LA INFLUENCIA DE LA LECTURA...

 Desierto sonoro, de Valeria Luiselli


Creo que esta vez no me equivoco si afirmo que fue mi amigo Nacho quien me facilitó, si no la recomendación, al menos la idea de la lectura de Desierto sonoro de la autora mexicana Valeria Luiselli.

La obra se desarrolla en el recorrido por las carreteras estadounidenses desde Nueva York a Arizona que organiza la familia protagonista, una pareja y sus dos hijos Pluma perdida y Memphis. La novela recuerda, como se indica en uno de los fragmentos, En el camino, la célebre narración de Jack Kerouac junto a sus amigos de la generación Beat por la ruta 66. En el caso de la obra de Valeria la familia viaja en busca de los sonidos olvidados de los indios apaches chiricahuas y de los niños inmigrantes perdidos por el desierto. "Las historias son un modo de sustraer el futro del pasado, la única forma de encontrar la claridad en retrospectiva."

En la primera parte de la novela es la madre quien nos narra en breves secuencias el relato del viaje, pero también el hijo de diez años, más adelante, se convierte en el narrador y le especifica a su hermana el trabajo que realizan sus padres: "papá es documentólogo y mamá documentalista, y muy pocas personas conocen la diferencia. La diferencia es, sólo para que sepas, que un documentólogo es como un bibliotecólogo y un documentalista es más parecido a un alquimista. Pero en el fondo papá y mamá hacen casi lo mismo, tenían que encontrar sonidos, grabarlos, meterlos en una computadora y luego ordenarlos para que contaran una historia."

Efectivamente, el padre se dedica a grabar sonidos diversos y los ecos de las ausencias de algunas personas. Su viaje se justifica por intentar llegar al lugar de la reserva de los indios Gerónimo, Cochise y otros apaches chiricahuas para rescatar precisamente su estela perdida en la salvaje esquina de Arizona donde los vencedores de una supuesta conquista, los ojosblancos, les abandonaron sin respetar su tierra y sus tradiciones. "El sonido, el espacio y el tiempo están conectados de un modo mucho más íntimo del que solemos reconocer, aunque no entendamos del todo su relación", se nos dice en la secuencia titulada "Ondas sonoras".

La madre, por otro lado, trata de documentar la historia de los niños perdidos que abandonan su país de Centroamérica para dirigirse al norte; en especial está implicada en conocer el paradero de las dos hijas de Manuela, asentada ya en Estados Unidos y a la espera de encontrar a sus pequeñas para legalizar su estancia.

Quiero poner en valor... (Perdón, imitamos las expresiones que oímos sin darnos cuenta de que existen otras más adecuadas.) Quiero resaltar un detalle que me ha llamado la atención de la novela de Valeria Luiselli y que tiene que ver con el título "De la influencia de la lectura..." Se trata del concepto de pérdida y del sentimiento que ello produce en el lector.

En la novela se muestran, además de la pérdida de los indios apaches y de las hijas de Manuela, otras pérdidas. Una es la que se  relata entre las diversas secuencias como el título de Elegías para los niños perdidos y que se nos dice "que fue escrito en italiano por Ella Camposanto y traducido luego al español por Sergio Pitol", sin duda es un cuento ficticio y que remite probablemente a otra novela de la autora con el mismo tema, Los niños perdidos (2016).  La otra pérdida es la que se produce cuando los hijos de los protagonistas desaparecen camino del Gran Canyon por la iniciativa del niño; si bien, a esa pérdida se superpone  la de su hermana.

La percepción que he tenido como lector de esas pérdidas son el motivo principal de esta entrada: desde una aparente indiferencia cuando se narra en tercera persona el relato de los niños perdidos hasta una identificación mucho más directa cuando el niño relata en primera persona la desaparición de su hermana Memphis:

"¿En dónde estabas, Memphis? La primera vez que me di cuenta de que estábamos perdidos, pensé que si papá y mamá no nos encontraban nunca, al menos seguiríamos juntos, y eso era mejor que nunca volver a estar juntos de nuevo. Por eso, durante todo este tiempo, mientras nos íbamos perdiendo cada vez más no sentí miedo. O sólo un poco. Hasta estaba contento de perderme. Pero ahora te había perdido a ti, así que ya nada tenía sentido. Sólo quería que me encontraran. Pero primero tenía que encontrarte a ti.
¿Y en dónde estabas? ¿Tenías miedo?"

La narrativa, como el cine, el teatro y otras expresiones artísticas, tiene la facultad de implicarnos directamente en los hechos que se cuentan, sean ficticios o no, es decir, un buen relato permite que asumamos como personales tanto la desgracia como cualquier acontecimiento feliz de los personajes. Por el contrario, cabe la posibilidad de que manifestemos una verdadera apatía ante cualquier hecho, incluso ante una información que se nos presenta como veraz en algún telediario o prensa escrita. En este sentido quiero rescatar las palabras de la periodista Carmen de Burgos cuando expresaba lo siguiente durante la guerra de Marruecos cuando acudió como corresponsal: "¡Cómo nos habitúa el sufrimiento ajeno hasta la indiferencia y, sobre todo, cómo penetra el odio en los corazones!"

En definitiva, lo que deseo destacar es la necesidad que tenemos de hacernos eco de las situaciones que se nos transmiten, sean reales o no, y es imprescindible que tengamos la voluntad de ponernos en la situación del otro para valorar su circunstancia  como si fuera nuestra. Esta idea me recuerda la conversación que tuve con una amiga en torno a un tema polémico: le comentaba que un político conservador norteamericano, que era contrario al divorcio, cambió radicalmente de opinión al permitir que su hija pudiera divorciarse inmediatamente. En cuanto hizo del problema algo personal su punto de vista sobre ese tema cambió.

En la actualidad, es difícil mantener la independencia ideológica ante las presiones de la publicidad y de los diferentes grupos de presión, sean éstos partidos  políticos u otras instituciones que pretenden pervertir nuestras conciencias. Este tema siempre me ha interesado y creo que la lectura y especialmente la educación de nuestros jóvenes tiene una función primordial e imprescindible en esta faceta tan importante.