Dvorák y Susan Sontag
Y pese a todo, si asumimos que tu mundo no te es indiferente, piensas mucho en lo que pasa. Incluso cuando la responsabilidad no es tuya, cómo podría serlo, sigues siendo un participante y un testigo. (Pasajeros de primera o segunda clase, éstos son los puntos de vista desde los que se escriben la mayor parte de las relaciones históricas.) Y si aquellos que ahora sufren persecución pueden haber disfrutado de aposentos tan agradables como los tuyos propios, son gente de tu mismo rango o que tiene tus intereses, mucho menos probable resulta que permanezcas indiferente ante su miseria actual. [...] Pero, si asumimos que tú no eres indiferente, que eres una persona decente, intentarás intervenir cuando puedas. Aconsejarás indulgencia. O, cuando menos, prudencia.
Uno desearía no solo indulgencia y prudencia con la situación alarmante de la destrucción en Ucrania, sino algo mucho más contundente, pues solo cabe una destrucción: la de las armas. Así se propiciaría una paz perpetua, como defendiera el ilustre filósofo Immanuel Kant en 1795. Estoy seguro de que ese es el mayor deseo de la casi totalidad de personas: un nuevo mundo en paz.