UN BANQUERO CODICIOSO
En
el año 2004 representé con mis alumnos del Taller de Teatro del IES
Parla II una farsa en la III Muestra de teatro en el Jaime Salom de
esa localidad madrileña. Se trataba de El banquero codicioso,
una versión muy libre de una pieza corta escrita por el argentino
Roberto Blanco, creador durante las décadas de los años 60 y 70 de
obras de títeres que representaba en los barrios Boca y Barracas de
Buenos Aires, también fue fundador de la Asociación de Titiriteros
de Argentina y entusiasta del teatro de este subgénero como Javier
Villafañe, Cándido Moneo o Roberto Cossa.
Yo
solía impartir los talleres de teatro en el instituto y todos los
años venían alumnos nuevos a esa asignatura por lo que necesitaba
adaptarme al grupo si quería participar con ellos en las sucesivas
muestras dirigidas por María José Pascual. En aquellas muestras
participaban Olga Reguilón, David Peralto y José Luis Arellano,
creadores de la escuela municipal de teatro que fue el germen de la
actual Joven compañía.
Al
comienzo de cada curso visitaba la Cuesta Moyano o la Biblioteca
Nacional con el deseo de localizar piezas que se adaptaran al nuevo
grupo de futuros teatreros.
El siguiente paso era adaptar la obra al elenco correspondiente. En
aquellos años ni Valle Inclán ni García Lorca ni Baroja ni
Cervantes ni Dürrenmatt u otros tuvieron inconveniente alguno en que
mutilara o modificara sus obras, por supuesto, con todos los respetos
a estos gran autores.
En
el caso concreto de El banquero codicioso recuerdo que
localicé en la Biblioteca Nacional una breve antología de piezas de
teatro de títeres. Entre ellas me gustó una con el mismo título
que luego utilicé yo. Se trataba de una pieza de cuatro páginas
para cinco actores escrita, como he dicho más arriba, por Roberto
Blanco.
La
obrita tuve de adaptarla a mis alumnos y prácticamente reescribirla.
Había pensado en convertirla en una pieza de teatro de sombras y
debía transformarla de manera que mis casi veinte alumnos tuvieran
un papel en ella. El teatro de sombras permitía que el temor de los
adolescentes a verse delante de sus compañeros en la muestra se
mitigara con esa tela, aunque el contorno oscuro de ellos y su voz
les delataría inevitablemente. Así fue como aquella obra para
títeres de cuatro páginas se convirtió en otra de dieciséis. Al
año siguiente una fotografía de nuestra representación formó
parte del programa de mano de la muestra de 2005, como se aprecia en
la fotografía inferior.
En
2017 decidí incluir la obra en la publicación de Ediciones
Irreverentes con el título de Un banquero codicioso junto
a Instituto público, otra obra de la que he hablado en una
entrada anterior.
Mi
amiga y compañera de tareas educativas Mila Domínguez decidió
ponerla de nuevo en escena con sus alumnos del IES Avalon de
Valdemoro. Se representó en el teatro Juan Prado de esa localidad
madrileña en mayo de 2019 igualmente como teatro de sombras y fue
todo un honor ver representada la adaptación de aquella pieza
originalmente creada para títeres por Roberto Blanco.
©
Carlos Tejero
©
Nuria Saiz Gómez
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