martes, 19 de mayo de 2020

De lectura y lectores

DE LECTURA  Y LECTORES

Mi acercamiento a la lectura se inició en la infancia gracias a mi padre que compraba tebeos y revistas juveniles en un kiosko cercano a nuestra casa y a mi tía Martina, que nos visitaba siempre con un montón de regalos. Mi hermano y yo devorábamos con placer cuanto llegaba a nuestras manos. 
Llegué tarde a la lectura de libros, recuerdo uno con especial cariño en aquella infancia de ropa compartida del hermano mayor y pollo en días excepcionales. Se trataba de una versión infantil  de Las mil y una noches de la editorial Maucci con ilustraciones y publicada en el año 1943. 


© Carlos Tejero

Aunque no paraba de leer, no fue hasta mis estudios de COU cuando me inicié con gusto en la lectura de clásicos de la literatura española adaptados a esa etapa. 

En este sentido de iniciación a la lectura quiero resaltar las palabras de John Berger en su texto "Un océano de lectura" del libro Palabras por la lectura, publicado en 2007 por la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla-La Mancha: 
"La primera vez que me adentré en el Ulises de James Joyce tenía catorce años. Utilizo el término adentrarse en lugar de leer porque, como ya nos lo recuerda su título, el libro es un océano: no se lee, se navega. [...]
"El libro me lo había pasado un amigo que era un profesor subversivo. Se llamaba Arthur Stow. Yo le llama Stowbird (pájaro clandestino). A él se lo debo todo. Fue él quien me echó una mano a la que agarrarme para salir del sótano en el que había sido educado, un sótano de tabúes, de normas, de convencionalismos, de idées reçues, de prohibiciones y miedos en el que nadie se atrevía a preguntarse nada y en el que todos utilizaban todo su valor -porque valor no les faltaba- para someterse a lo que fuera sin protestar.

Mi Stowbird de la época de COU fue la profesora Lola del Instituto Manuel Garcia Morente, hoy desaparecido. Aquellas lecturas de Galdós, Baroja, Antonio Machado, Valle-Inclán, Cela, Martín Santos influyeron sin duda en mi gusto posterior.

Después de aquel aprendizaje, la lectura ha sido un continuo placer, pero he tenido ciertos reparos en llegar a los títulos de determinadas obras sobrevenidas desde la publicidad. Creo que el mundo editorial de las grandes empresas está condicionado por los poderosos, sólo hay que ver cómo han ido desapareciendo pequeñas editoriales u otras han tenido que ir aceptando su integración en esos emporios de la edición de títulos. Por eso siempre me ha gustado llegar a la literatura a partir de mi intuición y aún mejor a través del consejo de amigos con los que obtengo asegurada una lectura adecuada a mis intereses literarios. 
Tengo que mencionar a algunos amigos que han contribuido con su certera opinión en esas recomendaciones, en especial la de mi querido amigo hoy desaparecido Eduardo García, a pesar de la distancia siempre tenía sugerencias acertadas. En la última ocasión que hablamos de este tema me indicó que leyera Mantra de Rodrigo Fresán y Velocidad de los jardines de Eloy Tizón.
Los consejos de los amigos siempre son bienvenidos. Fernando Riviriego me recomendó hace tiempo un libro delicioso que habla del Nueva York de comienzos del siglo XX La fabulosa taberna de McSorley y otras historias de Nueva York de Joseph Mitchell y que es muy instructivo para conocer el ambiente de los personajes de aquella época. Otras sugerencias son más recientes y no he podido leer sus propuestas por ser títulos actuales y estar las librerías al margen del acceso público para poder visitar y revolver entre sus libros. Aquí van algunos de esos títulos: Nacho Gutiérrez y Elena Sánchez me aconsejan Lectura fácil de Cristina Morales; Diego Sánchez, Sapiens (De animales a dioses) de  Yuval Noah Hariri; Lola Martínez me añade este otro, El pentateuco de Isaac de Ángel Wagenstein. 
Con estas obras está asegurado el placer por la lectura.

 © Lola Martínez

1 comentario:

  1. Mi amigo Nacho me indica que ni siquiera han leído el libro de Luis Landero de "Lluvía fina" que yo proponía como uno de sus consejos, sino que su recomendación era la novela de Cristina Morales "Lectura fácil" como ya he corregido; por cierto, me indicaba en su momento que de "fácil" no tiene nada de nada.

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