domingo, 22 de mayo de 2022

Bertha von Suttner

 ¡Abajo las armas!

[Como todo lo que comienza tiene su fin, creo que ha llegado el momento de decir adiós a este blog que se inició con esta pandemia que nos ha traído a todos de cabeza y, como hay otro tipo de mal endémico que nos sumerge en el delirio y la culpa, que mejor fin que recordar la figura de la baronesa Bertha von Suttner y su memorable ¡Abajo las armas!]

Ya en una entrada anterior relativa a la I Guerra Mundial ("Testamento de juventud". Vera Brittain) mencioné a Bertha von Suttner tras leer su novela ¡Abajo las armas! La obra recoge las iniciativas pacifistas de la protagonista Martha Althaus, que, como la propia autora, había conocido in situ la tragedia humana que suponía cualquier conflagración bélica. 

No voy a extenderme en el argumento de la novela de 1889 ni en detalles autobiográficos de la autora que se pueden encontrar en internet fácilmente. Quiero analizar la justificación que algunos representantes de ciertos estamentos ofrecen en la novela para considerar la guerra como necesaria.

En una conversación entre el ministro, Konrad Althaus, padre de la protagonista, y Tilling, el marido de Martha, el aristócrata y militar Konrad, imbuido de su espíritu beligerante, afirma que “las guerras ensanchan las fronteras de una nación y aumentan su poderío. Gracias a guerras afortunadas se han construido y afianzado los estados… La ambición personal del soldado no es lo único que se ve satisfecho en la guerra, sobre todo es el orgullo nacional el que se ve alimentado… en una palabra, el patriotismo.” Es decir, la guerra y sus efectos permiten ampliar el horizonte patriótico y desarrollar un amor nacional, aunque no siempre es así; pero si lo fuera, ese sería el argumento centrado exclusivamente en la visión particular de uno de los ejércitos, puesto que se desprecia la visión del otro ejército, que por supuesto tendrá los mismos pensamientos sobre su condición patriótica. De esa manera solo se genera un odio visceral de unos a otros hasta desear la muerte del enemigo. La muestra de ese odio generalizado la encontramos en las guerras que aún hoy continúan en el mundo. No se piensa en las consecuencias que provocan una guerra, pues a ese odio se une la perdida de vidas humanas. La destrucción es la protagonista. Quizás algunos piensan que tras esa hecatombe hay un negocio floreciente pues hay que reconstruir lo destruido. 

Más adelante, la protagonista Martha Althaus busca en un pastor la reafirmación de sus ideas pacifistas, sin embargo, el religioso le ofrece todo lo contrario, según él: “la guerra solo es un caso de legítima defensa. Debemos acatar el mandato del Redentor y amar a nuestros enemigos; pero no se desprende de esto que debamos sufrir la injusticia y la violencia.” No sirven los mandatos de los mandamientos relativos al “No matarás” o el deseo de “Amad a vuestros enemigos”, pues el pastor no cambia de opinión, más bien al contrario, hay que adelantarse al enemigo por si este ataca antes. El consuelo que podría facilitar el mensajero celestial solo contribuye a despreciar la paz. En nuestro país tenemos una muestra similar cuando la iglesia engrandeció al dictador poniéndolo bajo palio y negando la posibilidad de una reconciliación.

La autora, por boca de Friedrich von Tilling, reconoce cuál es el verdadero sentimiento capaz de derribar el odio y construir la paz: “Mientras subsista ese sentimiento [de odio], no existirá un verdadero sentimiento de humanidad. Hoy, en este mundo de desdichas, no hay más que una cosa…, una sola cosa capaz de ennoblecer al hombre, una cosa capaz de darle la dicha: el amor.” Quizás, del mismo modo que existen días señalados para el medio ambiente o los enamorados, habría que instituir en todo el mundo el día de la reconciliación, del amor a tu enemigo, incluso con baratijas y otros recordatorios para consumo de los amantes de fetiches y enriquecimiento de comerciantes. 

Muchas gracias a todos los lectores que me han acompañado durante estos años. ¡Salud, amigos! 

viernes, 22 de abril de 2022

REIVINDICACIÓN DE CONCHA MÉNDEZ

Concha Méndez

Concha Méndez Cuesta (Madrid, 1898 - Ciudad de México, 1986) es una escritora española digna de tener en cuenta por su obra poética y por las referencias no solo literarias que nos ha dejado junto a sus amigos coetáneos. Merece la pena ofrecer algunos datos relativos a su vida y a su poesía por considerarla una mujer valiente con una obra muy digna de ser resaltada. 

En la mayoría de los manuales de Literatura no se menciona a Concha Méndez. Solo aparece de manera marginal y siempre en relación con los otros artífices de la denominada Edad de Plata de comienzos del siglo XX. Tal vez, como dice James Valender en la antología de la poesía de la autora en Hiperión, por la idea de rechazo que se tenía de la mujer a principios de siglo, incluso entre los escritores e intelectuales. Como necesitamos restituir a todos sus protagonistas, vaya desde aquí el reconocimiento a Concha Méndez.

La rebeldía juvenil de Concha Méndez se acrecentó con la amistad de Maruja Mallo, como aquella vez que quisieron comprar una pastilla de jabón y salieron corriendo sin pagar, o en esta otra confesión que hace la autora en sus memorias: "Íbamos por los barrios bajos, o por los altos, y fue entonces que inauguramos un gesto tan simple como quitarse el sombrero." Ese simple gesto, que ocasionó un pelea con su familia, dio origen a las denominadas "Sin sombrero"; a ellas se unieron María Zambrano, Josefina de la Torre, Rosa Chacel, etc. Era el tiempo de las vanguardias de los años veinte y el comienzo de Concha con la poesía de esta modalidad. Según cuenta ella en sus memorias, al enseñarle a Rafael Alberti sus poemas, este quedó asombrado. De aquella época es este poema impresionista "Jazz-band" incluido en Inquietudes (Madrid, 1926): Ritmo cortado. / Luces vibrantes. / Campanas histéricas. / Astros fulminantes. / Erotismos. / Licores rebosantes. / Juegos de niños. / Acordes delirantes. / Jazz-band. Rascacielos. / Diáfanos cristales. / Exóticos murmullos. / Quejidos de metales.

En su libro Surtidor (Madrid, 1928) aparece el poema "Mapas" de tono machadiano y que nos habla de esa intención suya de viajar que la caracterizó a lo largo de toda su vida: Los mapas de la escuela, / todos tenían mar, / todos tenían tierra. / ¡Yo sentía un afán / por ir a recorrerla! / Soñaba el corazón / con mares y fronteras, / con islas de coral / y misteriosas selvas... / Soñaba el corazón... / ¡ Oh sueños de la escuela. 

Su condición rebelde y soñadora fue la que le condujo a embarcarse sola en dirección a Londres, algo insólito en una jovencita, y que luego amplió a otros países, con alguna carta de recomendación que le facilitó su estancia en ellos. De esos viajes surgió Canciones de amor y tierra (Buenos Aires, 1930)  donde se incluye este poema de amor al comienzo del nuevo día: Al nacer cada mañana / me pongo un corazón nuevo / que me entra por la ventana. / Un arcángel me lo trae / engarzado en una espada, / entre lluvias de luceros / y de rosas incendiadas, / y de peces voladores / de cristal picos y alas. / Me prendo mi corazón / nuevo de cada mañana; / y al arcángel doy el viejo / en una carta lacrada. En la imagen inferior se puede ver la cubierta de este libro y la dedicatoria de Concha a María Zambrano.

La relación con los otros escritores de la Generación del 27 fue muy cercana, hasta el punto de que acabó casándose con el más joven de todos ellos, Manuel Altolaguirre, Manolito, como le llamaba Vicente Aleixandre. Junto a Manuel creó una imprenta artesanal que sirvió de fuente de publicación para ellos y sus amigos de la Generación, además de la creación de las revistas Héroe y Caballo verde para la poesía. Más tarde en el exilio de Londres, la imprenta continuará con la revista 1616, en homenaje a Cervantes y Shakespeare, y La Verónica, en Cuba. El fallecimiento de su hijo dio origen a una herida abierta que difícilmente pudo cerrarse y de ello da muestras su libro Niño y sombras (1936). De este libro es este poema: El miedo es amarillo, / y la muerte ese cielo / que a todos nos confunde. / Como una luz lejana / que no queremos ver, / está al fin de nosotros / y la vamos siguiendo / en el múltiple juego / de las horas inciertas. / Final, o estrella fija, / y dintel de la nada. / Yo sé que el frío es blanco / y el miedo es amarillo.

En el exilio surgieron varios títulos donde la tristeza del destierro y la sombra, la misma sombra de Rosalía de Castro y de Antonio Machado están presentes en Lluvias enlazadas (La Habana, 1939), Poemas. Sombras y sueños y Villancicos de Navidad, estos dos publicados en México en 1944. En los años sesenta hizo un viaje relámpago a España, pero volvió rápidamente a México donde se instaló definitivamente. Allí volvió a aparecer Entre el soñar y el vivir en 1981. De Lluvias enlazadas es este poema, una confesión quejosa de quien se siente traicionada: Vine con el deseo de querer a las gentes / y me han ido secando mi raíz generosa. / Entre turbias lagunas bogar veo a la Vida. / Deja estelas de fango, al pasar, cada cosa... / Y hablo así, yo que he sido vencedora en mi mundo, / porque pude venderme y vencer a deseo. / Pero no me he querido engañar inventándome / una imagen equívoca. Me forjé en cuanto veo... / No despierto a una hora que no traiga consigo, / en un sordo silencio, una queja enganchada. / Tiene el alma un oído que la escucha y la siente / y recibe esta queja con la pena doblada.

Sirva esta entrada como reivindicación de Concha Méndez y su obra poética, pues algunos de sus amigos la marginaron consciente o inconscientemente. Así, no hay ninguna mención de Pablo Neruda en sus memorias Confieso que he vivido, pero sí a Manuel Altolaguirre como impresor y autor de cederle la dirección de la revista Caballo verde para la poesía, cuando en realidad Concha participó vistiendo un mono azul de tipógrafa. Tampoco Vicente Aleixandre alude a ella en Los encuentros cuando habla de Manuel Altolaguirre y su "imprenta particular". Incluso yo tampoco hablo de su teatro, ¡que me perdone Concha Méndez! 

Lo que apunta Angelina Gatell, en la antología Poesía femenina española (1950-1960) preparada por Carmen Conde, sirve de colofón y homenaje a Concha Méndez: "Su mayor lujo es la vida misma, las desmedidas posibilidades de los seres humanos. Su constante alimento, el dolor que va hallando a su paso, con infinita sensibilidad va asumiéndolo todo, rescatándolo, transmutándolo en poesía de sencilla expresión y hondo latir."

martes, 15 de marzo de 2022

DEL NUEVO MUNDO

  Dvorák y Susan Sontag

Escucho la Sinfonía nº 9 del Nuevo Mundo de Antonin Dvorák y el sonido de los metales trasciende la realidad y se superpone a otros metales destructivos que arrasan personas y ciudades en el este de Europa. La agilidad de los violines se asemeja a la voracidad con que  los misiles rusos aniquilan Ucrania y uno desearía que llegara como en esa bellísima sinfonía el sosiego y la paz de las flautas. ¡Qué tristeza que la música no sirva como sustituto de las armas!

La escritora neoyorquina Susan Sontag (1933-2004) al recrear la vida de Sir William Hamilton y su mujer Emma en El amante del volcán reproduce con palabras su constante compromiso, al igual que hiciera en la guerra de los Balcanes, y nos indica el camino frente al odio y la guerra:

Y pese a todo, si asumimos que tu mundo no te es indiferente, piensas mucho en lo que pasa. Incluso cuando la responsabilidad no es tuya, cómo podría serlo, sigues siendo un participante y un testigo. (Pasajeros de primera o segunda clase, éstos son los puntos de vista desde los que se escriben la mayor parte de las relaciones históricas.) Y si aquellos que ahora sufren persecución pueden haber disfrutado de aposentos tan agradables como los tuyos propios, son gente de tu mismo rango o que tiene tus intereses, mucho menos probable resulta que permanezcas indiferente ante su miseria actual. [...] Pero, si asumimos que tú no eres indiferente, que eres una persona decente, intentarás intervenir cuando puedas. Aconsejarás indulgencia. O, cuando menos, prudencia.

Uno desearía no solo indulgencia y prudencia con la situación alarmante de la destrucción en Ucrania, sino algo mucho más contundente, pues solo cabe una destrucción: la de las armas. Así se propiciaría una paz perpetua, como defendiera el ilustre filósofo Immanuel Kant en 1795. Estoy seguro de que ese es el mayor deseo de la casi totalidad de personas: un nuevo mundo en paz. 

sábado, 26 de febrero de 2022

La odisea de los gitanos

GITANOS


 

Recuerdo que a veces venía una gitana a nuestro piso de Villaverde para desayunar. No sé cómo se nos hizo familiar aquella mujer gruesa que de vez en cuando traía a alguno de sus hijos, uno de ellos se llamaba Moro. Siempre se han fijado en mi memoria por la sonrisa que aparecía en sus rostros cuando mi madre les facilitaba un café de aquellos que preparaba ella de recuelo con bastante leche y les añadía algún bollo. Vivían en La Celsa, un grupo de barracones levantados con materiales reciclados en la carretera de Villaverde a Vallecas.


Cuando estudié el COU me vi obligado a visitar La Celsa con cierta frecuencia porque tuve que matricularme nocturno en el instituto Manuel García Morente en Entrevías, dado que lo hice muy tarde y en mi barrio no teníamos ningún centro. Yo cogía el autobús, al que llamábamos la Petra (P-30), porque precisamente me dejaba en esa barriada alejada de todas las comodidades de la ciudad, llena de escombros y basura donde algún perro rebuscaba algo de alimento. Allí recordaba los encuentros con aquella gitana gruesa y sus hijos pensando en que me los encontraría por allí, pero en vano.


Al leer el ensayo de Isabel Fonseca (Nueva York, 1963), Enterradme de pie. La odisea de los gitanos, me vienen a la memoria esos recuerdos y me atrae la valentía de esta mujer estadounidense que, ajena al temor generado por los prejuicios que existen relacionados con el mundo gitano, se adentró en los primeros años noventa del siglo pasado en algunos países del oriente europeo para informarnos de la existencia de esta etnia que pervive a pesar de los sobresaltos a que se han visto sometidos.


La escritora estadounidense refleja el comienzo de esta etnia en Europa: No se sabe en realidad cómo comenzó la esclavización. Una teoría es que los gitanos llegaron como esclavos de los tártaros invasores que penetraron en Moldavia siguiendo la ruta del norte de Crimea. Es decir, eran ya esclavos cuando aparecieron en los principados y, abandonados en los campos de batalla por los tártaros derrotados, se quedaron a servir a sus nuevos amos húngaros y rumanos. (No se da ninguna explicación del hecho de que los tártaros dejasen semejante bagaje en los otros países de Europa central y oriental a los que atacaron.) Los gitanos habían sido siempre esclavos, se decía además, procedían de una clase paria de la India, llevaban la esclavitud en la sangre. Este análisis lo elaboraron sobre todo historiadores rumanos: la esclavitud se consideraba una mejora respecto a la condición anterior de los gitanos (sobre la cual no se ha determinado claramente nada, ni siquiera hoy) porque allí se les integraba al fin provechosamente en la sociedad. Un tal doctor Wickenhauser, que visitó los principados en el siglo XIX, corroboró el punto de vista de los historiadores rumanos anteriores y posteriores: los gitanos «quisieron convertirse en esclavos porque eso, si bien no les elevaba al rango de los seres humanos, al menos les situaba a la par con los buenos animales de trabajo doméstico».


Aunque en el ensayo no se habla de los gitanos en España, he encontrado información relacionada con los comienzos de su asentamiento en nuestro país y los resultados son, si no iguales, muy parecidos en el rechazo y la prohibición de asentamientos. En este artículo de Antonio Villanueva: Inteculturalidad. Los gitanos y la literatura, se señala que "En 1499, tras la expulsión de los judíos, los Reyes Católicos intentaron por decreto hacer sedentarios a los gitanos obligándoles a trabajar para un amo y amenazándoles con penas de azotes, expulsión, prisión, corte de orejas o esclavitud en caso de incumplimiento. Las Cortes de Zaragoza en 1646 consideran delito la simple presencia gitana. En 1697 el virrey de Aragón ordena que se prenda a los gitanos y se confisquen sus bienes. Los documentos -no menos de 250 normas jurídicas de distinto rango a lo largo de la historia de España- hablan de persecución, segregación o asimilación forzosa. A los gitanos se les prohíbe todo: permanecer en el territorio, practicar artes adivinatorias o representaciones teatrales, hablar su lengua, etc. A principios del siglo XX desaparece la legislación "especial" para gitanos, pero aún hay curiosas prevenciones: el reglamento de la Guardia Civil de 1943 recomienda una vigilancia estrecha de la etnia y de sus desplazamientos."


¿De dónde procede el odio hacia los gitanos en todo el mundo? ¿Será envidia por esa supuesta libertad que manifiestan? ¿Será ese aspecto moreno ajeno a la aparente pulcritud de quienes los ven diferentes? ¿Tal vez es la reacción por observar que no se someten a las costumbres del resto de la sociedad, que los ven felices, cantar y bailar, a pesar de carecer de recursos? Como dice un romaní estonio alto y barbudo en el ensayo de Isabel Fonseca: "Toda persona es en parte Judas y en parte Cristo. Solo la suerte decide." En definitiva, no hay muchas cosas que les diferencie del resto de personas, sin embargo también fueron masacrados por los nazis y, no hace tanto, en los años 90, como cuenta la autora, en algunas zonas de Rumanía se incendiaban sus casas para tratar de desalojarlos del lugar. 

Quizás el hecho de que a mi abuelo paterno, que era muy moreno, le llamaran gitano, ha sido el motivo por el que siempre han tenido toda mi admiración. Y eso a pesar de una anécdota infantil que me sucedió en casa: yo era un niño vivo y revoltoso, y recuerdo que mi madre solía dejarme fuera de casa cuando se hartaba de mí. Ella, para asustarme, me decía que yo, en realidad, era hijo de una gitana, A mí a veces me hacía daño y otras ni me preocupaba. Cuando publiqué Anónimos en 2016 incluí el poema "Hijo de una gitana" que hablaba de esa admiración y perdonaba a mi madre por la genealogía que me atribuía.

En la niñez la ofensa
era diaria. el parentesco,
las costumbres, eran simples
accesorios, palabras que 
salían de su boca, 
repetición de la repetición
constante. Graves acusaciones
de linajes espurios, 
hoy respetados y añorados
en su libertad, en la salvaje
certidumbre del nómada.
Por encima de la manipulación
de los ojos inocentes
de la infancia, de la crueldad
de los aleteos y la carreras,
yo te perdono, te perdono
el dolor agujereado,
te perdono las lágrimas y
los silencios.

jueves, 27 de enero de 2022

Anónimos

 Anónimos


Tras la publicación de El disfraz de los paisajes (Amargord, 2012) gracias a mi amigo Jesús Urceloy, mi ilusión de ver publicada mi poesía me llevó a continuar en esa faceta de ver mis textos al alcance de quien quisiera disponer de ellos. Mi amiga Esther Moliné, la autora de la magnífica fotografía de la cubierta, me puso en contacto con Alicia Arés y su editorial Cuadernos del Laberinto. Le mandé a Alicia mis poemas y al cabo de poco tiempo llegamos a un acuerdo para la publicación de Anónimos (2016).

El título Anónimos y el comentario de la contracubierta ya anunciaba el sentido que quería dar al poemario: "Homenajear a aquellas personas que humildemente ofrecieron -y ofrecen, diría hoy- todo su conocimiento y quehacer de forma generosa sin pedir nada a cambio." También, como sucede en la novela de Isaac Rosa La mano invisible, me dirigía a aquellas personas que, a diferencia de los ilustres que aparecen en los medios, carecen del premio necesario por su esfuerzo; además, también quería atizar las conciencias de aquellos que son incapaces de salir del marasmo de la inercia de los días y la rutina y hacerles ver la posibilidad de no sucumbir a todo ello y explorar un cambio necesario en sus vidas. Uno de los poemas ejemplifica este sentido:

Anónimos,
sin nombres, sin premios,
sutiles trabajadores del silencio,
cómodos en su rutina,
sin reproches, asienten
resignadamente su condición
de eternos pasajeros de la nada.

En abril de 2016 apareció la primera edición de Anónimos con un  prólogo de mi amigo Nacho Gutiérrez "A un anónimo le llamaban Carlos", donde jugaba con el poema de Dámaso Alonso "A un río le llaman Carlos" e incluía referencias a Bertold Brecht y a Albert Camus por su defensa de esclavos, súbditos y pobres envueltos en su anonimato, frente a los supuestos protagonistas recogidos en las enciclopedias de la Historia. La acogida de amigos en diferentes presentaciones en la librería Los editores y la Librería francesa de Madrid y en la Casa de la Cadena de Pinto motivó que en octubre apareciese una segunda edición, donde añadí un nuevo prólogo y tres poemas más relacionados con el mismo tema genérico del libro.   

Hay un tema que siempre me ha gustado reflejar en mis poemas y es el diferente comportamiento humano y del resto de animales. El siguiente poema de Anónimos refleja cómo los animales envuelven en su rutina actos continuos sin menoscabo de cambio de actitud, mientras el hombre tiene la posibilidad de reflexionar y aceptar de grado su domesticación o su rebeldía.  

Las palomas picotean las migajas y revolotean alrededor de la anciana que las mira con delectación. Uno y otro día regresan por su alimento, incapaces de alterar el orden de los hechos. 
También el abnegado mulo recibe su ración, agua y heno para continuar arrastrando el arado. Cuando se tuerce de la recta, el gañán restalla con vehemencia su lomo; sin embargo, la bestia tampoco alterará la costumbre: torna a tirar de la reja y a sacudirse las moscas.
Todo sigue un ritmo lento, vieja y gañán adormecen su rutina con pasos seguros.
El hombre, como animal domesticado, a veces lame su mano dolorida y crea en torno suyo vergel o delirio, paraíso o cárcel, solo ensoñación en continuos vástagos.
La noche sin venda cubre sus ojos y tierra y agua se alejan de su frente.

Añado aquí una fotografía de mi amigo Manuel J. Fernández de la presentación de Pinto en la que mis colegas y amigos María Jesús Sánchez y Óscar Vicent  me acompañaron con su música. A continuación incluyo un audio que publicó la editorial en Youtube de uno de los actos con la inestimable presencia del perrito de Jesús Urceloy, el homenaje a mi amigo poeta Eduardo García y un final con mi querido poema de Antonio Muñoz Frías. 



martes, 28 de diciembre de 2021

 GEORGE ELIOT


La escritora británica George Eliot (1819-1880), como tantas otras mujeres en épocas pasadas, tuvo que cambiar su verdadero nombre, Mary Ann Evans, por el de un hombre. En su momento no se comprendía que una mujer fuera culta y escribiera novelas magníficas. Como señala Pilar Hidalgo en el prólogo de la edición de Middlemarch de la editorial Cátedra, así pensaban los críticos de la producción literaria de las mujeres en la época en que se publicó esta novela (1872): "La novela de un hombre es por lo general un producto más acabado que la de una mujer, su educación y su experiencia le dan un campo más amplio de pensamiento y una mayor variedad de personajes, suele presentar a personajes e incidentes de forma más artística y escribe mejor que sus rivales." La novela de Mary Ann Evans contradice en todo los argumentos simplistas de quien fuera el autor de esta cita. La recomendación de leer Middlemarch me llegó gracias a lectura de la columna de los sábados en El País de Antonio Muñoz Molina y, al igual que a él, su lectura no me ha decepcionado, bien al contrario.

La novela lleva el subtítulo de Un estudio de la vida de provincias y encierra un cúmulo de relaciones personales entre distintas familias: elogios y vituperios, admiración y calumnias, deseos de que el poder de uno sea asumido sin condiciones por otros... Sin embargo, no quiero desentrañar el argumento de la novela, que se puede leer en la página web de Wikipedia, sino resaltar unos pocos fragmentos de la novela que me parecen extraordinarios y que confirman la maestría de la autora, como la cita que aparece en la cabecera de este blog. 

Hay hombres a los que nos les importa que les pongan verdes con tal de que se hable de ellos. (pág. 238) Esta afirmación tiene completa actualidad. La autora, antes de que existieran las redes sociales, ya apuntaba la perfecta idiotez de algunas personas a quienes no les importa estar en candelero aunque sea por su condición de incoherentes, malvados o, incluso, criminales con tal de tener su espacio de celebridad. A estas personas habría que añadir otras que son capaces de aceptar sin ninguna crítica absoluta y a veces con devoción cualquier argumento por descabellado que sea.

Fracasar tras una larga perseverancia es mucho más grandioso que el no haber hecho nunca un esfuerzo lo bastante sostenido como para merecer el calificativo de fracaso. (309) Toda una lección para pusilánimes que se echan atrás ante cualquier iniciativa. Es preciso abordar cualquier decisión con el ánimo de llevarlo a cabo con firmeza y continuidad.

El hecho es que si uno quiere entrar en la vida pública debe estar preparado para las consecuencias. Debe estar a prueba de toda calumnia. (476) ¿Qué me dicen de esta afirmación? Parece extraída de un texto de hoy mismo, pues hemos visto cómo algunas personas han tenido que dejar la vida pública por algunos comentarios denigrantes o incriminatorios de personas o medios de comunicación que pregonan el odio y la difamación sin importarles las consecuencias. En este sentido sugiero que se vea la película Caballero sin espada (1939) de Frank Capra. Toda una ilustración de cómo interviene el mal para conseguir sus intereses.

En este estúpido mundo la mayoría de la gente jamás piensa que merece la pena hacer algo si no lo hace su grupito. (533) ¡Qué magnífica idea para desentrañar no solo la anuencia de partidarios políticos, sino la sumisión de particulares a argumentos sin valorar otros puntos de vista! La independencia personal es cada vez más necesaria en este mundo de escasez de alternativas. 

Apoyo a quien apoye los derechos de los perjudicados y no al virtuoso mantenedor del perjuicio. (563) Aviso a caminantes que anuncian el bien común y solo amparan a los ya beneficiados.

Podríamos añadir estas otras citas que hablan por sí solas: 
Es una mente muy estrecha la que no alcanza a ver un tema desde diversos puntos de vista. (139)

El tiempo, al igual que el dinero, se mide por nuestras necesidades. (221)

Cuando el alma de un hombre se pudre […] depara toda clase de hongos y nadie puede saber de dónde procedió la semilla. (503)

¿Qué soledad hay mayor que la de la desconfianza? (535)

El cielo se ha encargado de que no todo el mundo sea creador. (536)

Dejo para el final este fragmento: Ser poeta significa tener un alma tan ágil para discernir que no se escape ningún matiz de cualidad, y tan ágil para sentir que el discernimiento se convierta meramente en una mano que toca las fibras de la sensibilidad con una variación muy finamente ajustada; un alma en la que el conocimiento se convierte instantáneamente en sentimiento y el sentimiento rebrota como un nuevo origen del conocimiento. (310)

¡Qué mujer tan maravillosa, supo ver cómo el alma del poeta dispone con su creación de un valor imprescindible para ofrecer una visión de la realidad más allá de las apariencias!

lunes, 13 de diciembre de 2021

 ANTONIO GAMONEDA


Probablemente alguno de mis amigos de las tertulias a las que acudía en los años ochenta y  noventa, que ya he mencionado en otra entrada, me sugirió que se acababa de publicar Edad (1989) de Antonio Gamoneda en la colección Letras Hispánicas de la editorial Cátedra. Conocer esa obra de este magnífico poeta me sorprendió gratamente hasta el punto de que aquel ejemplar lo presté poco tiempo después hablando maravillas de él, pero… tuve que comprar otro ejemplar.

Me llamaba la atención de la obra del maestro la manera encubridora de algunos de sus poemas. La realidad que había vivido el autor se manifestaba en muchos de los textos a partir de sus silencios, y reflejando con insistencia emotiva una realidad que dañaba las conciencias. Baste como ejemplo el poema incluido en su obra Lápidas (1977-1986) titulado “Desde los balcones”.

Desde los balcones, sobre el portal oscuro, yo miraba con el rostro pegado a las barras frías; oculto tras las begonias, espiaba el movimiento de hombres cenceños. Algunos tenían las mejillas labradas por el grisú, dibujadas con terribles tramas azules; otros cantaban acunando una orfandad oculta. Eran hombres lentos, exasperados por la prohibición y el olor de la muerte.

(Mi madre, con los ojos muy abiertos, temerosa del crujido de las tarimas bajo sus pies, se acercó a mi espalda y, con violencia silenciosa, me retrajo hacia el interior de las habitaciones. Puso el dedo índice de la mano derecha sobre sus labios y cerró las hojas del balcón lentamente).

Esa exasperación y el canto de los mineros, probablemente por su lucha constante no solo contra el mineral excavado en condiciones infrahumanas, también contra el propietario de la mina y contra el estado totalitario y tolerante con la opresión, contrasta con la imagen de silencio exigido por la madre y produce que la palabra prohibición aumente significativamente y manifieste, como se indica en sus memorias, esa idea de clandestinidad.

En sus memorias publicadas por Galaxia Gutenberg, Un armario lleno de sombra y La pobreza, Antonio Gamoneda pasa revista a su infancia y juventud, sin embargo no se conforma con la narración de hechos de su pasado, también nos cuenta aspectos de su vida reciente, incluso de algunos encuentros con amigos en restaurantes indicando el menú o citando las medicinas que toma o los momentos en que la fractura de la edad se quiebra. En ocasiones, él mismo se da cuenta de que algún fragmento difiere de la intención que perseguía asumiendo que se trata de escritura automática, pero no considera que se deba eliminar y lo deja porque cree que forma parte de su visión particular del mundo. Entre esos fragmentos me interesa rescatar su visión irracional del hombre; para él, “la democracia consolida, alberga y encubre los totalitarismos económicos, y se ha hecho «natural» identificar como democracia a lo que lleva dentro una dictadura.” Echa de menos al hombre empático (“el «miembro» más racional, creativo y generoso de la subjetividad humana”) y cree que los ciudadanos tienen en su mano la posibilidad de cambiar el signo de los tiempos con una acción conjunta: “la abstención consumista”, aunque ello provocaría una alarma en el poder constituido hasta el punto de exterminar con todas sus armas esta conciencia revolucionaria. Esta idea, que es brillante, aunque muy improbable, requiere un análisis más detenido: efectivamente, la publicidad y el deseo de todos los poderes políticos y económicos, no se cansan de hacernos creer que el mundo de felicidad se encuentra tras el consumo constante de bienes y ello nos impide distinguir entre lo imprescindible y lo necesario para vivir y rechazar lo superfluo o incluso lo realmente inútil.

Llama la atención su idea sobre la poesía y su exclusión de los géneros literarios tradicionales al considerar que no es literatura, pues “La poesía nace de un saber desconocido y, en nuestra tradición y en nuestros días, bajo condiciones de aparente irrealidad lingüística, crea, en sí misma, una realidad que, simultáneamente es también conocimiento del inicial saber desconocido.” En otro momento dice: “La poesía es generación sucesiva de un lenguaje transfigurado en su origen.” Evidentemente, la literatura desde principios del siglo XX ha alterado todos los cánones tradicionales y hoy ya es imposible aplicar con criterio.

Cuenta en sus memorias que casi siempre ganaba los premios poéticos a los que se presentaba y por los poemas que he podido leer su genialidad se desborda en cada uno de ellos. He seleccionado dos: el primero se titula “Hablo con mi madre” (Blues castellano, 1982) y parecería que es una respuesta al poema que hemos incluido más arriba:

Mamá ahora eres silenciosa como la ropa
del que no está con nosotros.
Te miro el borde blanco de los párpados
y no puedo pensar.
   Mamá: quiero olvidar todas las cosas
en el fondo de una respiración que canta.
Pasa tus manos grandes por mi nuca
todos los días para que no vuelva
la soledad.
   Yo sé que en cada rostro se ve el mundo.
No busques más en las paredes, madre.
Mira despacio el rostro que tú amas:
mira mi rostro en cada rostro humano.
He sentido tus manos.
   Perdido en el fondo de los seres humanos te he sentido
como tú sentías mis manos antes de nacer.
Mamá, no vuelvas más a ocultarme la tierra.
Esta es mi condición.
                                     Y mi esperanza. 

 

El segundo poema pertenece a Arden las pérdidas (2003) y en él se aprecia el pesimismo que también destilan sus memorias:


Siento el crepúsculo en mis manos. Llega a través del laurel enfermo. Yo no quiero pensar ni ser amado ni ser feliz ni recordar.

Sólo quiero sentir esta luz en mis manos
y desconocer todos los rostros y que las canciones dejen de pesar en mi corazón
y que los pájaros pasen ante mis ojos y yo no advierta que se han ido.

Hay
grietas y sombras en paredes blancas y pronto habrá más grietas y más sombras y finalmente no habrá paredes blancas.

Es la vejez. Fluye en mis venas como agua atravesada por gemidos. Van
a cesar todas las preguntas. Un sol tardío pesa en mis manos inmóviles y a mi quietud vienen a la vez suavemente, como una sola sustancia, el pensamiento y su desaparición.

Es la agonía y la serenidad.

Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo. En cualquier caso, ya
la única sabiduría es el olvido.

Con el título Esta luz la editorial Galaxia Gutenberg está reuniendo toda su producción poética. 
El cartel que aparece aquí es el conmemorativo de la concesión del Premio Cervantes en 2006 a Antonio Gamoneda.

lunes, 15 de noviembre de 2021

Wisława Szymborska

Me gusta abrir los libros de poesía al azar y leer cualquier poema independientemente del orden que ha propuesto el autor o el editor. Igualmente me sucede con otros libros, como creo que ya he dicho en algún momento en otra entrada; mi intuición o el consejo de mis amigos lectores son determinantes a la hora de elegir un libro de lectura. A veces me llevo gratas sorpresas. Me ha sucedido con el libro de Wisława Szymborska Poesía no completa (Fondo de Cultura Económica, 2014, 4ª reimpr.) y que tenía olvidado en mi biblioteca y al que le había dedicado poco tiempo. Al volver sobre él el poema titulado "Clásico" me ha impactado notablemente. He aquí el texto:

Unos terrores de tierra y será olvidada la vida.
La música se liberará de las circunstancias.
Cesará la tos del maestro por encima de los minués.
Y serán levantadas las cataplasmas.
El fuego devorará la peluca llena de polvo y de piojos.
Desaparecerán las manchas de tinta de los puños de encaje
Los botines, incómodos testigos, irán a la basura.
Se llevará el violín el menos dotado de todos los alumnos.
De entre las partituras sacarán las cuentas del carnicero,
Las cartas de la pobre madre acabarán en los estómagos de los ratones.
Aniquilado, se acabará el desventurado amor.
Los ojos dejarán de llorar.
La cinta rosada le servirá a la hija de los vecinos.
Los tiempos, alabado sea Dios, no son todavía románticos.
Todo lo que no es cuarteto
será, como quinto, rechazado.
Todo lo que no es quinteto
será arrastrado, como sexto, por el viento.
Todo lo que no es un coro de cuarenta ángeles
se callará como el aullido de un perro y el hipo de un gendarme.
Se llevarán de la ventana el jarrón del aloe,
el plato de veneno contra las moscas y el tarro de pomada,
y se descubrirá la vista −¡cómo no!− del jardín,
un jardín que nunca ha estado aquí.
Y ahora, escuchad, escuchad, mortales,
asombrados prestad diligentemente oído,
oh ávidos, oh, asombrados, oh concentrados mortales,
escuchad −oyentes− todo oídos.

El poema me conduce al extraordinario poeta peruano César Vallejo, el autor que desgraciadamente supo anticipar su triste final, y al verso donde expone sin tapujos la verdadera condición del ser humano: ¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.” También el poema "El viaje definitivo" de nuestro Nobel Juan Ramón Jiménez abordó el mismo tema que la autora polaca, si bien con una perspectiva diferente: en el caso del poema de Wisława Szymborska la vida desaparece y con ello la destrucción es definitiva; sin embargo para el poeta onubense el enfoque es otro, pues él siente su muerte pero le sobrevivirá todo lo que le rodea. He aquí el poema de Juan Ramón:  

...Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;

y se quedará mi huerto, con su verde árbol
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;

y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

La poeta polaca Wisława Szymborska (1923-2013), ganadora del Premio Nobel en 1996, estuvo ligada al mundo literario durante toda su vida, ya fuera por sus artículos literarios, sus traducciones o su obra poética. Estos versos del poema "El cielo" resumen su identidad en muy pocas palabras: "Mis señas particulares / son el éxtasis y la desesperación." También con gran acierto en unos versos del poema "Hijos de la época" expresa su visión política: 

No es necesario siquiera que seas un ser humano

para cobrar importancia política.
Es suficiente con que seas petróleo,
forraje o materia reciclada.

A través de las metáforas de los dos últimos versos subyace en ellos, además de la necesaria identificación con otros elementos de la naturaleza -"Soy tan naturaleza como una tortuga, un árbol o una piedra", dice Sebastião Salgado-, la relación con unos materiales que permiten la transformación energética y que trascienden la simple relación metafórica para convertirse en paradigma de lo inevitable políticamente, como es la preocupación por el tratamiento que de ellos se hace para los seres humanos. 


Como se dice en algún artículo que he leído, la frase "¡No sé!" que incluyó en su discurso de aceptación del Nobel se asemeja al poema "Es una gran suerte" y que reproduzco íntegro aquí por su aparente sencillez, aunque encierra notables y profundos mensajes.


Es una gran suerte
no saber con exactitud
en qué mundo vivimos.
Saberlo exigiría
existir mucho tiempo,
mucho más
de lo que él dura.
Conocer otros mundos
siquiera para compararlos.
Elevarse por encima del cuerpo,
maestro indiscutible
en establecer límites
y presentar dificultades.
Por el bien de la ciencia,
por la claridad de la imagen
y de las conclusiones definitivas,
alzarse por encima del tiempo
en cuyo seno todo fluye y gira.
Desde esta perspectiva
adiós para siempre,
detalles y anécdotas.
Contar los días de la semana
debería parecer
una actividad sin sentido,
echar una carta al buzón,
una travesura de adolescentes,
el letrero “No pisar el césped”
una advertencia delirante.

domingo, 24 de octubre de 2021

DE LA INTERPRETACIÓN DE SIGNOS

¿OBJETIVIDAD? 




Resulta paradójico cómo un mismo hecho, un idéntico texto o una misma imagen puedan suscitar diversas lecturas, incluso opuestas. Lo vemos ante cualquier acto político, como la declaración reciente de Otegi sobre los asesinatos de ETA, la posible recuperación de la economía española tras la pandemia, el polémico tema de los toros y su inclusión en la cultura nacional, el improbable voto de Lorca a algún partido político actual...; y observamos de qué manera lo interpretan tertulianos e ideólogos del poder y del contrapoder dependiendo de su color político. 


Al ver el documental Las Hurdes, tierra con alma: 80 años en las Hurdes de Buñuel, a partir de la película Tierra sin pan (1933) del director aragonés, me ha llamado la atención que las imágenes aún hoy, como en su momento, producen dos posturas bien diferentes: aceptación   de la película como una terrible realidad que había que denunciar y cambiar, o bien, como una exageración que no se correspondía con lo que realmente sucedía en aquel lugar del norte de Cáceres. 

Como dice en un momento de ese documental Agustín Sánchez Vidal, a veces se confunde la realidad con la representación que se hace de ella, es decir, los fotogramas de la película por más que quieran reproducir la realidad no son la realidad misma, sino un mero icono de ella. Ello me recuerda la pintura de René Magritte Ceci n'est pas une pipe, pues cualquiera, en un principio, se puede sentir engañado por el texto al ser representada en la imagen una pipa; pero si se analiza con juicio crítico se observa que el signo y la realidad no se corresponden en términos de igualdad física. En el caso de Tierra sin pan, Buñuel y sus colaboradores crearon una obra de arte y no hicieron sino algo similar a lo que vemos en el cuadro de Magritte: sus imágenes no dejan de ser sino una representación de la realidad, pero quisieron denunciar la vida miserable de aquellos despojos humanos. Si se desea una interpretación objetiva del documental es preciso analizarlo con cierta dedicación, estudiar cómo era la España de aquella época, contextualizar el mensaje y valorarlo en su periodo adecuadamente. 

Existe otro vídeo de una visita que realizó el rey Alfonso XIII once años antes de que se produjera el de Buñuel y ya entonces se hablaba de que allí "siete mil habitantes mueren de hambre y abandono". Dicho esto parece más que justificada la denuncia que provocaba la película Tierra sin pan.

Volviendo a los temas mencionados en el primer párrafo, es preciso analizar los mensajes que recibimos con el criterio más crítico que podamos, de manera que estemos alerta a las intenciones espurias de algunos de ellos; en definitiva, no debemos ser meros espectadores ni repetidores de aparentes informaciones malintencionadas. Habrá que valorar con juicio crítico para formar nuestro punto de vista sobre noticias e ideas con que nos bombardean constantemente los medios de comunicación y, como decía L. Wittgenstein con que cerraba su Tractatus logico-philosophicus, (cito de memoria): de lo que no se puede hablar mejor no decir nada. 

Para conseguir ese juicio crítico, al margen de modas, es imprescindible una buena educación que nos ayude a buscar los datos pertinentes y lograr con ello una información cercana a la verdad, ya sabemos lo difícil que es esto, basta recordar lo que apuntaba al respecto María Zambrano: "decir la verdad es imposible, o es nefanda o es inefable"; aun así intentaremos formarnos para conseguir nuestra visión personal de actos, noticias, etc. con criterios objetivos y al margen de las malas artes de algunos.

martes, 14 de septiembre de 2021

STEFAN ZWEIG

 DIARIOS



La editorial Acantilado ha editado los Diarios de Stefan Zweig. Son nueve cuadernos que abarcan desde 1912 hasta 1940 con interrupciones de diversos años. Los periodos más sobresalientes se corresponden con ambas guerras mundiales y vemos una notable diferencia en los comentarios que hizo de las dos: en la Primera Guerra Mundial hay una evidente disparidad en lo que concierne al comienzo de ella, la afirmación de la necesidad de esa guerra, y durante el largo proceso de la misma, su idea cambió y se proclamó defensor de las corrientes pacifistas representadas especialmente por su amigo francés Romain Rolland. En la Segunda Guerra Mundial Stefan Zweig se vio peligrosamente señalado por su condición de austriaco y judío cuando vivía en Londres en plena guerra: "Noto crecer la desconfianza hacia nosotros día a día, cada vez más N. B. S. [En una nota se indica: 'Probablemente, la abreviatura de "not born subject", aplicable a los no nacidos en territorio británico. Tradicionalmente el derecho consuetudinario inglés distinguía entre los not born subject, denizen, alien friends y alien enemies] y noto que el rechazo adquiera proporciones germánicas. Pero ¿adónde huir?" (13 de mayo de 1940). Unos días después, el 24 de mayo, su desánimo continúa: "Me atormenta mi imaginación clarividente: veo perfilarse los escalofriantes contornos de la postguerra en Inglaterra, los estallidos de odio que, una vez más recaerán en nosotros, ya sea por nuestra condición de extranjeros o por la de judíos. No sólo hemos de contar con ser perseguidos una vez más, con perder los últimos medios de subsistencia, sino también con el odio." Aunque se le concedió la nacionalidad inglesa, al igual que a su mujer Lotte Altmann, en marzo de  1940, su condición de austriaco y hablante alemán y además judío, le condicionaban a ser una persona bajo sospecha.

Muchos de sus comentarios son breves y hacen referencia a la necesidad que tenía el autor de dedicarse a su creación literaria. Los del último cuaderno, de mayo y junio de 1940, son más extensos y se expresa en ellos la desesperación personal por la creencia de que el nazismo se consolidaría en todo el mundo. 

La totalidad de estos Diarios se presenta con una prosa límpida, ejemplar, y manifiesta su agudeza tal y como la conocemos en la mayoría de sus obras, especialmente en sus memorias El mundo de ayer, de obligada lectura no solo para tener datos del autor, sino para conocer la pérdida material y moral que supusieron las dos conflagraciones mundiales. En varios fragmentos se pueden extraer aforismos que demuestran el optimismo del autor, a pesar de la adversidad. Véase esta afirmación relativa a la condición humana, aunque bien sirve para referirse al medio ambiente: "La naturaleza es admirable incluso cuando es destructiva", o esta otra cuando habla de la monumentalidad de Nueva York en 1935: "La luz se ha puesto a nuestro servicio y se ha hecho el esplendor." Su visión de la gran metrópoli en aquel año difiere notablemente de la que nos dejó Federico García Lorca en Poeta en Nueva York. Stefan Zweig señala que Harlem es el barrio de los negros, pero no observa que haya racismo contra ellos porque los distritos están separados ("Es una ciudad estratificada, en absoluto homogénea, hecha de islas dispares."), a diferencia de lo que sí encontramos en la obra del poeta granadino: "¡Ay, Harlem!, ¡Ay, Harlem!, ¡Ay, Harlem! / No hay angustia comparable a tus ojos oprimidos, / a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro, / a tu violencia granate, sordomuda en la penumbra, / a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje."

Si tuviera que resaltar algunos temas que aparecen en sus Diarios, me detendría especialmente en la preocupación que Stefan Zweig tenía con la creación literaria. Refiriéndose a Rainer María Rilke, el poeta que se detenía con delectación en los pequeños detalles, "escribir poesía es un acto religioso para él, como rezar, y que no siempre posee la misma devoción, pues exige un singular estado de recogimiento interior." En relación con esta idea, observo que hay poetas, como mi amigo Antonio Muñoz Frías, que tienen una gran facilidad para la escritura, como si su musa, por llamarlo de alguna manera, estuviera permanentemente a su lado, con una capacidad pasmosa para abstraerse de toda la barahúnda de ruidos y agresividad que nos rodea; mientras que otros, y ahí me incluyo yo, el poema no surge sino por esos escasos momentos en que nos alejamos de la eterna confusión en que vivimos, para poder poetizarla.

Más adelante, el 20 de noviembre de 1917, Zweig continúa hablando de Rilke con estas palabras: "...se percibe el profundo misterio de ese hombre en apariencia frío e impersonal, porque siempre disimula lo más íntimo, no lo exhibe en sus obras, sino que lo mantiene en la sombra de su vida. Sólo a veces, cuando trato con personas próximas a él, me doy cuenta de que ha depositado en sus poemas lo más valioso de su existencia y adivino cómo se prodiga ese artista en apariencia tan parco. Sin duda es uno de los pocos hombres que tienen un estilo de vida propio y que interpretan la palabra, la esencia del poeta, en un sentido elevado e íntimo." Y alude a su Libro de horas: "...me doy cuenta de que, para Rilke, el sentido de la creación poética no se halla en el hecho de fijar la realidad, sino en el de compararla. No se adentra en el mundo, sino que lo intensifica a través de la variedad; el desorden del mundo fluye en él con el ímpetu de un torrente y su labor consiste en conferirle forma. Cobro conciencia del poder de la creación poética."

El espectáculo teatral también ejerce un gran poder de atracción en nuestro autor, pero es en la música donde encontramos unos comentarios realmente llenos de la lucidez que producen: "Vuelvo a escuchar el cuarteto Rosé. Y, en medio de una obra tardía preciosa -el adagio del opus 125 [Probablemente el Cuarteto de cuerda en mi bemol mayor, op.127, de Ludwig van Beethoven]- siento el susurro de un pensamiento íntimo: ¿cómo es posible que en un mundo en el que existe algo tan bello, en este preciso instante los hombres se estén lanzando granadas? Es una pregunta para la que no tengo respuesta, y, sin embargo, al escuchar esas notas celestiales me resultó más inconcebible que la propia muerte." (14 de diciembre de 1915). Con estas palabras de Stefan Zweig comprobamos que el hombre es capaz de conseguir los mayores logros culturales y artísticos, pero también de corromperlos y destruirlos por su afán devastador, en ocasiones, en nombre de falacias o límites o deseos de poder.